Quédense con esta afirmación a día 18 de julio de 2019: En un plazo de 9-18 meses las principales economías mundiales entrarán en recesión económica. Sobre las previsiones de una pronta recesión económica global nada que debería sorprender. Es algo de lo que se lleva hablando desde la segunda mitad de 2018. En cuanto al plazo, pues eso es más discutible. El de 9.18 meses lo da Campbell Harvey, profesor de finanzas de la Universidad de Duke que en una entrevista en la National Public Radio afirmó que la historia muestra con claridad que cuando la curva de rendimiento de los bonos permanece invertida durante tres meses o más, ha sido una señal anticipatoria de recesión en los siguientes 9-18 meses. La curva de tipos en EE.UU. lleva invertida más de tres meses, y si EE.UU. entra en recesión, las principales economías del mundo también lo harán.
"Este académico ha enfocado sus investigaciones desde mediados de la década de los ochenta a las inversiones de la curva de rendimiento, relacionadas con las recesiones en Estados Unidos.
Esto se contrapone a las noticias de las últimas semanas, que muestran a una economía estadounidense boyante: el desempleo se encuentra en un mínimo histórico, la bolsa de Nueva York va fuerte, el S&P 500 ha subido un 17% en el año. Y mientras algunos economistas dicen que el ritmo de crecimiento puede estar desacelerándose, el consenso es que una caída económica dramática no está en el horizonte", afirma Guillermo Barba respecto a la entrevista a la que hacíamos antes referencia, y añade:
Pero estas cifras “alegres” sobre la economía más poderosa del mundo son sobre cosas que ya ocurrieron y son reportadas meses después, mientras que la inversión de la curva de rendimiento refleja el sentimiento de los inversionistas a futuro. Hay que entender esta diferencia para no dejarse engañar, pues los políticos siempre dirán que las cosas están bien y tratan de ahuyentar el fantasma de la recesión lo más lejos posible.
También manipulan los axiomas a su modo. Una recesión, en su definición más común, se caracteriza por dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo en Estados Unidos y es parte de los ciclos económicos. Bajo este supuesto, no hay recesión en la UE, pero eso no significa que la economía marche bien.
De cualquier forma, no hay que tomar esto como una señal fatídica de un desastre, sino como una advertencia para actuar en consecuencia.
“Lo veo más en términos de gestión de riesgos. Esta es una información importante. Ayuda a las personas a planificar”, dijo Harvey a NPR. “Mejora la posibilidad de que tengamos un aterrizaje suave, no un aterrizaje forzoso, como una crisis financiera global.”
Pero no esperen que los políticos actúen sensatamente. En 2020 Donald Trump buscará reelegirse como presidente. En ninguno de los casos admitirá que las cosas se pondrán peor, al contrario, aplicará las recetas keynesianas para patear el bote hacia adelante y solo posponer lo inevitable.
“Podemos imaginar que, hasta ese momento, el inquilino de la Casa Blanca quemará todos los cartuchos para demostrar que ha hecho todo lo posible para evitar esta reducción en la actividad económica durante un año electoral. La presión sobre la Reserva Federal apunta en esta dirección, al igual que la presión sobre China. Pero si Trump falla, no le faltarán chivos expiatorios. Jay Powell, presidente de la Fed, estará en primera fila, y también probablemente Xi Jinping, el presidente chino que no habría aportado toda la buena voluntad necesaria para llegar a un acuerdo con Estados Unidos”, dice Philippe Waechter, economista en jefe de Ostrum Asset Management, en un análisis.
Como siempre, los gobiernos serán omisos e irresponsables ante lo que viene y no cambiarán ni porque sus colaboradores renuncien. No dejemos nuestro futuro en manos de políticos ególatras. Es mejor tomar decisiones y entrar en acción ahora que lamentarnos después.