Seguro que muchos de ustedes habrán hecho el ejercicio de imaginar una situación en la que tuvieran la oportunidad de hablar con ustedes mismos cuando tenían 20 años: ¿Qué le dirían a ese joven que le pudiera ayudar en el futuro (estaría prohibido decirle los resultados de las distintas apuestas o los movimientos de los mercados en las próximas dos décadas, que es probablemente lo que haríamos todos) ¿Qué consejos le darían? ¿Cuáles son las lecciones que han aprendido con la experiencia que creen válida para su yo joven?
Bien, pues hoy vamos a hablar de todo lo contrario. Es decir, de escribir una carta a su yo entro de varios años. ¿Por qué hacer esto? Pues por el sesgo de comportamiento que tiene todo individuo, en el mundo de los mercados está muy acentuado, de tener una mirada retrospectiva distorsionada, de pensar que las decisiones que se pudieron tomar en el pasado eran más fáciles de lo que realmente fueron.
El brillante gestor Jack Forehand, señala al respecto: “Dadas las vastas incógnitas que enfrentamos actualmente con la economía, y la volatilidad históricamente alta que el mercado está experimentando actualmente, el rango de posibles resultados en el futuro es extremadamente amplio. Los inversores generalmente se han establecido en uno de los dos campos. El primero cree que es probable que tengamos una recesión importante o una posible depresión, y los precios de las acciones tienen mucho más que caer. El otro piensa que esto será una interrupción importante, solo temporal, y que la economía comenzará a funcionar bastante rápido después. Si las cosas se desarrollan de esta manera, es probable que las acciones ya hayan tocado fondo y probablemente aumenten desde aquí.
A pesar del hecho de que esos dos resultados no podrían estar más separados en términos de lo que significarán para los inversores, ambos tienen una cosa en común: en retrospectiva, muchos de nosotros pensaremos que el escenario que se hace realidad era obvio en ese momento.”
Ilustremos con un ejemplo la afirmación de Forehand sobre un valor nacional: Repsol.
El paso 6 de marzo recibí un correo de un inversor particular en el que me decía: “La estructura gráfica de Repsol es desastrosa (en aquellos momentos acaba de romper los 10 euros por acción). Creo que el título se va directamente hacia la zona de los 6,00 euros. Este es un nivel que debería soportar y va a proporcionar una compra generacional. He reservado una importante cantidad de liquidez para cuando eso suceda”.
El 19 de marzo, como predijo el inversor, Repsol tocó los 6,00 euros por acción. Desde ahí rebotó a las cercanías de los 9,00 euros que tocó el 2 de abril. Es decir, una revalorización del 50% en 10 sesiones.
Este pasado fin de semana escribí un correo al inversor felicitándole por su acierto en la previsión sobre Repsol, y por el previsible gran beneficio que obtuvo. Esta fue su respuesta:
“Siento decir que al final no compré. Me asusté. El escenario era tan horrible que pensaba que Repsol se iba directamente a los 4,00 euros. Tuve miedo y preferí esperar a que se aclararan las cosas. Ahora me arrepiento como es obvio”.
Este ejemplo ilustra perfectamente lo que se refería Forehand. Con la perspectiva del tiempo, es muy fácil caer en el sesgo de comportamiento de pensar que las decisiones críticas en el pasado eran mucho más fáciles de tomar de lo que realmente eran. Repsol no hubiera ido nunca a 6 euros (llegó a cotizar a 16,00 euros unos meses antes), si la situación no hubiera sido “tan horrible”. En el futuro, si se da un escenario similar, es probable que la mayoría de inversores hagan planes de compra en caso de que los valores de los que están interesados lleguen a “precios derribo”, y que muy pocos de ellos terminen ejecutando estas compras si los alcanzan.
Las decisiones en esos momentos de enorme estrés nunca son fáciles, por más que nos parezcan pasados los meses/años. Mañana publicaremos una carta que el gestor Forehand va a escribir a su yo del futuro, precisamente para advertirle de que, en estos momentos, no sabe realmente qué tiene que hacer, y que no sea excesivamente duro con él dentro de unos años.