La reciente misiva de Mariano Rajoy al presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, implorando clemencia para evitar la pertinente sanción comunitaria por incumplir el déficit de 2015 está repleta de las típicas mentiras a las que tan acostumbrados nos tiene la casta política española y, muy en particular, la popular.
De entrada, Rajoy miente en las causas que han motivado el exceso de desequilibrio presupuestario. Según el presidente del Gobierno, nuestro país no ha cumplido con el déficit por tres razones: la inflación ha sido menor de la prevista; la economía mundial se ha desacelerado; y las elecciones autonómicas y municipales de mayo han alumbrado “gobiernos del cambio” que se han desviado de la austeridad presupuestaria. Como digo: tres mentiras en tres excusas.
Primero, aspirar a cumplir con el déficit gracias a la inflación es aspirar a cumplir engañando a los ciudadanos: la inflación implica una reducción real del gasto público sin necesidad de aprobar recortes nominales (por ejemplo, el sueldo de los funcionarios se mantiene nominalmente, pero su poder adquisitivo real cae debido al aumento de los precios). Por consiguiente, el Gobierno esperaba recortar los desembolsos públicos por la puerta de atrás: no ajustar a la baja el presupuesto pero sí aguarlo con el veneno inflacionario. Mas, como los precios apenas subieron en 2015, este recorte real no se ha materializó en toda su extensión. En tal caso, ¿por qué entonces no aprobar un recorte nominal del gasto equivalente a la inflación prevista y no consumada? Pues porque al PP le parecía bien recortar gastos mediante la ilusión monetaria (inflación) pero no recortarlos con transparencia y publicidad (ajuste nominal del gasto). Recorta engañando, sí; recortar diciendo la verdad, no.
Segundo, es cierto que durante 2015 la economía mundial se desaceleró, pero la economía española creció durante ese ejercicio incluso más de lo pronosticado por el Gobierno cuando elaboró los presupuestos de ese ejercicio (en gran medida porque el menor crecimiento mundial mantuvo bajo el precio del petróleo y ello actuó como un formidable estímulo económico). Por tanto, la desviación del déficit no puede deberse al menor crecimiento: al contrario, crecimos a la mayor tasa de toda la crisis.
Tercero, los “gobiernos del cambio” tampoco han tenido nada que ver (hasta ahora) con la desviación en 10.000 millones de euros del objetivo de déficit. Entre junio y diciembre de 2015, las siete autonomías que perdió el PP y que pasaron a manos de otras opciones políticas aumentaron su déficit en 3.525 millones de euros: ese incremento del déficit fue inferior al que se produjo en ese mismo período de 2014 (bajo gobiernos populares) y, en todo caso, mucho menor a la ya mencionada desviación de 10.000 millones de euros protagonizada por el conjunto de las administraciones públicas.
Pero las mentiras de Rajoy a Juncker no terminan al exponer las causas del incumplimiento del déficit: también alcanzan a las soluciones prometidas. Según el presidente del Gobierno, si el PP continúa en La Moncloa tras los comicios de junio, se aprobarán, en caso necesario, “nuevas medidas” para cumplir con el déficit. ¿Qué puede significar eso de “aprobar nuevas medidas” para alcanzar el objetivo de déficit de 2016? Sólo dos cosas: o subir impuestos o recortar el gasto.
Sin embargo, y pese a la inapelable conclusión de que “nuevas medidas” son “nuevos recortes”, el mendaz séquito rajoyano —desde Sáenz de Santamaría hasta Levy— rápidamente se ha apresurado a tranquilizar —léase engañar— a los españoles: según nos aclaran, cuando el presidente habla de “nuevas medidas” no se refiere a nuevos ajustes, sino a apuntalar el crecimiento de la economía para así lograr que aumente la recaudación. La vicepresidenta del gobierno, digna heredera en el embuste sistemático y permanente que caracteriza al PP, incluso ha prometido gobernar aumentando el gasto público: “nuevos ajustes” significa “más gasto” para Soraya.
En suma, al parecer cuando Rajoy habla de “nuevas medidas” para rebajar el déficit de 2016, en realidad y según sus exégetas monclovitas y genovistas, se está refiriendo a no hacer nada nuevo, sino a seguir incumpliendo como hasta la fecha. La nada y el todo en una misma promesa. Por tanto, o mienten a Bruselas o nos mienten a los españoles: o pretenden seguir difiriendo el cumplimiento del déficit sine die o preparan un nuevo paquete de ajustes en caso de permanecer en el gobierno. En cualquier caso, mienten cobardemente: no otra cosa han hecho desde que llegaron al poder hace cuatro años y medio. ¿Para qué cambiar ahora de malas costumbres?