En los últimos meses, varios temas están en el foco de atención de los inversores: el Brexit, las elecciones americanas, las elecciones españolas, la evolución de China, los precios de las materias primas y su impacto en economías emergentes, el continuo drama Griego…. Por estos temas ya hemos sufrido caídas importantes en los últimos 15 meses, que en el caso de la bolsa española ascienden a más del 25%.
Curiosamente los mercados suelen reaccionar más abruptamente por aquellos temas sobre los que el mercado no tiene puesto el foco de atención. Uno de estos temas, es la inflación. Esto puede comprobarse en las expectativas de inflación futuras en Estados Unidos que se encuentran en su nivel más bajo de las últimas décadas.
Es evidente que este riesgo no nos preocupa a corto plazo, ya que la mayoría de economías han estado sometidas a presiones deflacionistas estos últimos años, años en los que hemos visto una fuerte caída de las materias primas, una fuerte importación de deflación de salarios, debido a la externalización de procesos a países emergentes. Poco a poco, vemos que a medida que se eliminan fronteras para algunos procesos, los costes salariales en determinados sectores se irán homogenizando a nivel global. Todo ello unido a los continuos avances tecnológicos, provocan una disminución en los costes de las compañías, que hace que la inflación no alcance las cotas deseadas por los bancos centrales en las economías desarrolladas. Estas se ven influenciadas por el efecto de globalización de procesos, que a su vez provoca una mayor homogenización salarial a nivel mundial. Ya hemos visto este proceso en China donde los costes salariales sufrieron un gran incremento al transformar su economía en la fábrica del mundo, y esto provocó deflación salarial en esos sectores en las economías desarrolladas.
Ahora bien, si nos centramos en los mercados desarrollados, vemos economías con elevados endeudamientos respecto a su PIB. Merece la pena rescatar de la memoria una realidad, que choca contra nuestra visión tradicional de las finanzas. Los gobiernos no están habituados a pagar sus deudas. La realidad nos muestra que esta solo aumenta a lo largo del tiempo, siendo la única baza de los estados el incremento del PIB nominal. Esto se puede hacer de tres formas, incrementando la producción, incrementando los precios o ambas cosas.
Estas formas de actuación las podemos observar mirando la evolución del PIB nominal, con respecto al PIB real. En el gráfico podemos ver la evolución de ambos y vemos que la actuación de los bancos centrales tendrá su efecto respecto la diferencia que existe entre el PIB real y el PIB nominal, que realmente nos muestra la inflación. Si nos paramos a mirar la tendencia de ambos PIB, que es la línea punteada que aparece en el gráfico, vemos como esa diferencia cada vez es menos acusada.
Este efecto es tremendamente curioso, ya que las políticas monetarias expansivas llevadas a cabo por los bancos centrales en los últimos años, deberían incrementar las presiones inflacionistas, pero vemos que todavía no están provocando el efecto deseado.
Esto se puede justificar por varios motivos, como el que comentamos de la importación de deflación de otros países. Otra de las razones que justifica esa falta de inflación se encuentra en el continuo abaratamiento de automatización de procesos, por poner un ejemplo, en 2010 en una fábrica de automóviles en China, los robots que trabajaban en ellas, tardaban 5.3 años en amortizarse por la mano de obra que suplían. En 2016 esta cifra pasa a 1.5 años y no para de descender. Otro de los aspectos que influyen en la deflación es la ralentización del crecimiento de la población que provoca entre otras cosas que el número de consumidores crezca a una tasa menor a la que estábamos acostumbrados.
Ahora bien, todos estos miedos/causas son las que están frenando ese traslado a precios de la actuación de los bancos centrales, lo único que no sabemos es cuánto tiempo tardará en llegar la inflación, por mucho que nos lleguen los cantos de sirena sobre nuevas pautas económicas, que ya escuchamos en el pasado. Hay que tener en cuenta que una de las causas para que el sistema actual funcione es la inflación, y por mucho que puedan afectar otras variables, los bancos centrales tienen en su poder las herramientas para buscar crecimiento y con ello generar inflación.
Después de todo esto, ¿cómo podemos beneficiarnos, si sucedo lo que hemos planteado? Lo primero que nos podría venir a la cabeza es tomar posiciones en renta variable, ya que la inflación genera una elevación del nivel de precios, por lo que los productos de las empresas sufrirán subidas, que generan una subida de sus ventas totales y sus beneficios. Ahora bien, la mejor opción para beneficiarse de este efecto, sería buscar empresas con un gran apalancamiento operativo y un bajo apalancamiento financiero. Resumiendo burdamente, empresas que tengan muy poca deuda y que los gastos variables aumenten poco cuando se incrementan las ventas. Y en eso es exactamente en lo que centramos nuestra inversión en Renta 4 Acciones Globales, en esa búsqueda de compañías de alta calidad que nos puede ofrecer una estabilidad en el largo plazo.
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