"El verano ya está aquí. Conozco a más de un colega que vende todo antes de irse de vacaciones, presa del miedo, con el recuerdo de los malos tragos y peores resultados conseguidos en los meses de verano, principalmente desde el estallido de la Gran Crisis. Hay una leyenda urbana que dice que octubre es el peor mes para invertir en Bolsa. Los veranos, no obstante, son peores: hay poco negocio, lo que aumenta el grado de vulnerabilidad de los valores. También hay mucho becario al mando de las máquinas que ejecutan órdenes según estén programadas. En este verano que llega hay dos factores a considerar. El primero, el político tanto en España como en USA. Luego, el geopolítico, con la irrupción constante del terrorismo islamita. Ambos, bien arropados por una coyuntura económica, que ofrece muchos claroscuros: lo que hoy es bueno puede ser malos a las veinticuatro horas y al revés. Un verano, como los anteriores, preñado de miedo, dudas e incertidumbres", me dice el analista jefe de una importante sociedad de Bolsa que me envia el siguiente enlace:
INVERTIA
Las Bolsas se están acostumbrando a vivir veranos difíciles, y ya han comenzado a surgir voces advirtiendo de que la historia se repetirá en 2016. Junio va a ser un mes clave que marcará el rumbo de las bolsas durante el resto del año. Los índices están en zonas críticas y sin una tendencia clara ¿Acertarán este año los agoreros? En el arranque de 2015, las casas de análisis auguraban un buen año para la renta variable que finalmente no lo fue tanto, al menos para la española. Con la recuperación económica en marcha y el BCE arrojando dinero a paletadas, no faltaban motivos para el optimismo. Pero finalmente los mercados se vieron sacudidos por una tradición bursátil relativamente reciente: los cisnes negros veraniegos. Es decir, los eventos inesperados que desatan el miedo irracional, en este caso, las dudas sobre la salud económica de China. Los mensajes apocalípticos comenzaron a acumularse encima de la mesa, ya fueran sobre el estallido de la burbuja china, otra recesión o un nuevo Lehman Brothers. Un año después, la historia parece dispuesta a repetirse.
A partir de la próxima semana, los inversores van a encarar un mes de junio repleto de referencias clave. El día 2, los principales productores petrolíferos del mundo tratarán de limitar las exportaciones de crudo, en un intento por estabilizar los precios. El día 15, la Fed previsiblemente anunciará una subida de tipos o allanará el camino para hacerlo en septiembre. La reacción de los mercados a este mensaje será crucial. El día 23, los ciudadanos británicos votarán si quieren permanecer en la UE. Y el día 26, se celebrarán las elecciones en España, con el objetivo de tratar de sacar al país de la parálisis política. A lo largo del mes, el BCE comenzará a comprar bonos corporativos, lo que reflejará si el banco central aún puede influir en los inversores o ya solo cuenta con munición mojada.
”El mercado no tomará ninguna dirección fiable hasta superar junio”, explican desde Bankinter. En su último informe de perspectivas, la entidad concluye que “no hay nada que hacer antes”, ya que lo que suceda en las próximas semanas, especialmente la reacción al mensaje de la Fed, será crucial para definir el rumbo que seguirán las bolsas durante el resto del año. Ahorradores y fondos están conteniendo el aliento, y los principales indicadores se encuentran en zonas clave, enviando señales contradictorias y sin mostrar una tendencia clara.
Las muestras de que los inversores no saben qué esperar son evidentes. La negociación en la Bolsa española cayó un 21% hasta abril y las cifras de mayo tampoco son espectaculares. Los hedge funds han cerrado posiciones, tanto alcistas como bajistas, a marchas forzadas en el euro y el crudo. Los cortos también están dando una tregua a las empresas del Ibex. Y el índice VIX de volatilidad bursátil se encuentra por los suelos, en niveles similares a los de julio del pasado año. Aunque quizá la señal más clara de indecisión es que el Ibex ha cerrado durante 15 sesiones consecutivas de mayo en una franja lateral de apenas 115 puntos.
En este escenario, los expertos aconsejan cautela de cara a junio, aunque no se ponen de acuerdo sobre si las bolsas vivirán otro verano complicado. La cautela de los inversores, en un periodo que suele caracterizarse por la baja liquidez, auguran una elevada volatilidad, pero la mayoría de las incertidumbres económicas y políticas deberían haber sido ya descontadas por el mercado. Existen argumentos de sobra para defender el optimismo o el pesimismo en función del gráfico o la estadística a la que se recurra.
SÍNTOMAS DE AGOTAMIENTO
En general, los analistas técnicos se muestran cautelosos de cara al verano. En declaraciones al Nuevo Lunes Saxo Bank aconseja “estar cortos en índices como el S&P 500, dado que el momentum alcista parece estar desvaneciéndose desde principios de marzo”. Desde la firma señalan que el índice “tocó máximos de noviembre de 2015 en niveles de 2.117,16 puntos y, desde entonces, el selectivo ha creado un patrón de reversión”.
XTB también prevé varios meses difíciles para los mercados. “Nos acercamos a una zona crítica, formada por techos y directrices bajistas, que marcan el deterioro de las Bolsas desde hace un año”, explican en declaraciones al Nuevo Lunes. Los analistas prevén que “si se rechazan estos niveles, lo más probable es que nos enfrentemos a un escenario fuertemente bajista hasta bien entrados los meses de verano, ya que se confirmarían estructuras de vuelta o distribución en un gran número de índices bursátiles a nivel mundial”.
En el caso del S&P 500, los expertos creen que la tendencia alcista iniciada en 2009 se ha roto y que “desde hace un año y medio el mercado se mueve en un rango lateral” que, en caso de resolverse a la baja, provocaría una corrección mínima hasta los 1.500-1.600 puntos. Desde la firma explican que “el comportamiento de otros índices, tanto en EEUU como en otras geografías, muestra mucho más deterioro”. Así, el Dow Jones de Transporte de EEUU estaría en tendencia bajista desde diciembre de 2014, al igual que el sector bancario; el Russell 2000 estaría en tendencia bajista desde mediados de 2015; y los mercados emergentes habrían roto el soporte de largo plazo que funcionó entre 2009 y 2015.
En Europa, el EuroStoxx 50 seguiría mostrando riesgos a la baja “mientras no recupere la zona de 370 puntos”, mientras que el Ibex debería superar los 9.500 puntos para romper definitivamente su tendencia bajista.
SEÑALES DE SOBREVALORACIÓN
Al margen del análisis técnico, el principal motivo por el que los analistas dudan sobre el potencial alcista de la renta variable a corto plazo es la valoración. Algunas firmas llevan meses advirtiendo de que las bolsas no están particularmente baratas, especialmente en EEUU, donde el S&P 500 se disparó más de un 200% entre 2009 y 2015, unas subidas impulsadas más por los programas de compra de acciones que por el crecimiento de los ingresos y el flujo de caja.
Y es que, aunque las empresas del S&P 500 han presentado en el primer trimestre resultados mejores de lo previsto, esto se debe principalmente a que las compañías siguen revisando a la baja sus previsiones de crecimiento. De hecho, en Europa los beneficios corporativos se encuentran un 40% por debajo de sus niveles de 2007, un problema que según Renta 4 se debe al descenso de las ventas, pero sobre todo al estrechamiento de los márgenes.
Si se miran con lupa los balances de las empresas, se puede ver que el crecimiento de los beneficios netos se debe más a los ingresos extraordinarios y las desinversiones que al crecimiento de las ventas o a la mejora de la productividad. Especialmente en el sector bancario, donde el descenso de las provisiones es el principal motor de crecimiento del beneficio. En realidad, los márgenes de las compañías llevan tiempo estrechándose, algo que nunca es una buena señal para los mercados.
De hecho, desde Value Tree apuntan que la caída prolongada de los márgenes es un motivo de alarma, ya que desde 1973 siempre ha anticipado o coincidido con una recesión, salvo en 1985. La gestora descarta que vaya a materializarse una crisis económica, pero considera que los menores márgenes son una señal de que las bolsas están sobrevaloradas.
Los ratios financieros tampoco envían un mensaje muy tranquilizador. Basta con tomar el ratio Q de valor de reposición, que mide la capitalización de una empresa frente al valor de sus activos. Actualmente, ratio Q se encuentra por encima de su media histórica, en niveles cercanos a 1. No existe una correlación matemática entre este baremo y las bolsas internacionales, pero estos niveles tienden a preceder correcciones bursátiles y son otra señal de que las valoraciones a corto plazo no son particularmente atractivas.
La salud del sistema financiero tampoco parece un catalizador muy fiable para las bolsas. De hecho, el índice de estrés del sistema financiero europeo ha caído con fuerza desde 2014, hasta niveles que suelen preceder a una recesión. Esto no es necesariamente una señal de crisis, pero sí refleja la delicada situación de la banca, así como que el crédito y la liquidez del BCE no están fluyendo hacia los hogares y las empresas.
Por último, aunque la ralentización de la economía no es preocupante, la debilidad de algunos indicadores industriales sí genera ciertas dudas sobre el potencial alcista de las bolsas. Este es el caso del índice ISM manufacturero de EEUU, que está retrocediendo hacia zona de contracción, lo que suele preceder correcciones bursátiles.
OPORTUNIDAD DE COMPRA
La mayoría de los expertos reconocen que las valoraciones son algo ajustadas a corto plazo. Sin embargo, muchos descartan que la posible corrección que se produzca en verano vaya a ser tan dura como la del pasado año. En cambio, creen que las posibles recogidas de beneficios podrían constituir una oportunidad de compra de medio a largo plazo.
Esta es la opinión de los expertos de Renta 4. Desde la firma creen que el Ibex 35 tiene escaso recorrido de cara a este año, puesto que su PER ya se encuentra ligeramente por encima de su media histórica. En cambio, creen que el índice podría cerrar 2017 un 12% por encima de sus niveles actuales. Por ello, aconsejan esperar al verano y aprovechar las correcciones para tomar posiciones en empresas de calidad de cara al medio plazo.
Por otra parte, los expertos señalan que el atractivo de la Bolsa frente a otras alternativas de inversión es mayor que nunca. Así lo refleja el llamado Earning Yield Gap, que mide el beneficio por acción entre el precio de la cotización, es decir, la rentabilidad que obtenemos por cada euro invertido. Este baremo se encuentra en el nivel sin precedentes del 9%. Y es que, las compras del BCE han hundido la rentabilidad de los bonos, mientras que el dividendo ha crecido un 20% a nivel internacional desde 2007.
Algunos analistas también citan otros argumentos para demostrar que las bolsas aún pueden cerrar en positivo el año, como las fuertes primas que están ofreciendo las empresas en sus opas hostiles, señal de que consideran que las valoraciones son atractivas; o que los grandes fondos internacionales no se han lanzado a realizar desinversiones, sino que incluso han aprovechado las correcciones para incrementar sus posiciones en mercados como el español. Los indicadores psicológicos también reflejan que el miedo de los inversores está niveles muy elevados, lo que suele generar oportunidades de compra en bolsa.
Según Marketwatch, el índice Global Flow de Merrill Lynch, un baremo de la confianza de los inversores en bolsa, se encuentra en niveles de comienzos de año, previos al rebote de febrero. Este índice tampoco es infalible, pero tiende a comportarse de forma inversamente proporcional al S&P 500.
En cualquier caso, con independencia de lo que suceda en junio y, por lo tanto, durante el segundo semestre, los expertos recuerdan que es vital ser selectivo y no dejarse llevar ni por la euforia, ni por el pánico. Este año va a ser muy similar a 2015 en un aspecto: ante la elevada volatilidad el timing va a ser decisivo a la hora de arañar rentabilidad a nuestra cartera.