Uno de los capítulos en los que Podemos siempre ha flaqueado de una manera más flagrante ha sido la economía: desde su irrupción en las elecciones europeas de 2014, la formación morada optó por prometer aquello que sabía que era imposible o desastroso cumplir pero que bien podía proporcionarles suficientes votos como para posicionarlos políticamente. Por eso, por prometer lo inviable, fueron cayendo uno tras otro sus compromisos más llamativos: la renta básica universal, la jubilación a los 60 años, la nacionalización de sectores estratégicos o el impago de la deuda pública.
Desde entonces, los de Podemos nos juran “haber madurado”, a saber, haber entendido que no es correcto estafar electoralmente a la población para amasar un puñado de votos. Pero, claro, continúan arrastrando un problema básico de credibilidad: ¿cómo confiar en las aparentemente irreales promesas económicas de aquellos que ya las han rectificado en innumerables ocasiones justamente por irreales? Los de Pablo Iglesias lo habían probado casi todo para afianzar su crédito político en materia economía: que si encargar su borrador de programa electoral a Juan Torres y Vicenç Navarro, que si encomendarse a Thomas Piketty, que si acercarse a Falciani para recibir asesoría sobre paraísos fiscales, que si confeccionar una memoria económica donde, sobre el papel, encajan sus cuentas de la lechera, etc.
Nada de lo anterior, sin embargo, había sido realmente eficaz para acreditarse ante la ciudadanía como políticos con buenas ideas económicas, de ahí que necesitaran un golpe de efecto a pocos días de las elecciones. Y ese golpe ha sido el manifiesto de 177 economistas a favor de su programa económico.
En principio, parece que el documento zanja el debate de fondo: si 177 economistas han apoyado el programa económico de Podemos, es que éste poseerá ciertos visos de verosimilitud. Sin embargo, convendría colocar este dato en su contexto: sólo en España, hay más de 6.000 economistas que desempeñan la labor de profesor universitario y hay 45.000 economistas colegiados (muchos más que desempeñan sus labores sin necesidad de estar colegiados); en el conjunto del planeta, la cifra de profesores universitarios de Economía supera ampliamente los 100.000 y el número de economistas se cuenta por millones.
En su manifiesto, Podemos ha reunido a economistas no sólo españoles, sino de múltiples nacionalidades (ingleses, franceses, italianos, alemanes, uruguayos, mexicanos, polacos e incluso indios); es más, ha reunido no sólo a economistas, sino también a profesionales de otras áreas del conocimiento relacionadas con la Economía (Ciencias Políticas, Sociología e incluso “autónomos jubilados”). Se entenderá, pues, que no constituya hito alguno encontrar en todo el mundo a 177 economistas y no economistas (o 200, o 300 o 400) que puedan suscribir casi cualquier documento: sin ir más lejos, en 2013, más de 100 economistas firmaron un manifiesto a favor del contrato único que hoy defiende Ciudadanos y ello no parece que impulse a Podemos a defenderlo.
En este caso, además, la práctica totalidad de los firmantes —o, al menos, los más renombrados— nos ofrecen una radiografía del tipo de ideología económica en la que se apoya Podemos: desde el marxismo más recalcitrante al postkeynesianismo más delirante. Es decir, los economistas que apoyan a Podemos abarcan desde los favorables a nacionalizar el conjunto de la economía a los que sostienen que un Estado soberano puede imprimir toda la moneda que quiera en gastar cuanto desee. En su mayoría, por cierto, son los mismos economistas que hace dos años avalaron el programa económico de Syriza y su estrategia kamikaze de enfrentarse frontalmente con la Troika: sin duda, un entusiasmante panorama.
Añadan a lo anterior que, para más inri, lo que han suscrito estos 177 economistas no es el programa económico detallado de Podemos, sino unas líneas generales de actuación (impulsar la creación de empleo, reforzar la inversión pública, oponerse al TTIP, etc.) que en absoluto suponen un espaldarazo a la cuantificación de las irreales promesas contenidas en el programa económico de Podemos. Las cuentas de la formación de Pablo Iglesias siguen sin cuadrar y el manifiesto de estos 177 economistas no supone ningún aval a sus cuentas de la lechera porque simplemente no se les ha preguntado por ello.
En definitiva, el manifiesto de los 177 economistas de Podemos no prueba en absoluto que sus propuestas económicas sean razonables y viables. Sólo demuestra, una vez más, que los de Pablo Iglesias son unos genios de la propaganda política y una máquina de proporcionar consignas a sus fieles. Ahora, a todo aquel que ponga en duda la viabilidad económica de Podemos, se lo contrarrestará con ese manifiesto. Da igual que sea estéril en sus implicaciones de fondo: lo importante es que resulta eficaz a la hora de afianzar el voto de los convencidos y de cazar el voto de los indecisos. Propaganda antes que ideas.