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Cuatro clavos

por The Oil Crash Hace 8 años
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Estos días hay un tema que resulta recurrente en las conversaciones que tengo con diversos amigos y conocidos: cuál será, previsiblemente, la evolución económica de España durante los próximos meses. A pesar del tono optimista que se intenta dar desde la mayoría de los medios de comunicación, es evidente que hay ciertas tensiones económicas de importancia ahora mismo, y así un día en una cadena nacional de televisión nos pueden decir que el FMI no descarta que volvamos a entrar en recesión, y al día siguiente, el mismo medio y el mismo presentador nos puede decir, sin despeinarse, que se espera que en España el PIB crezca un 3% este año y cantidades similares en los próximos años.

La realidad es que en este momento hay no pocos riesgos económicos para España, la mayoría de los cuales comparte con otras economías occidentales pues son de alcance global. Lo más preocupante de los riesgos es su alcance y profundidad, puesto que todos ellos son el resultado de una degradación progresiva de las bases de la economía mundial, a medida que el capitalismo va inexorablemente perdiendo su viabilidad. No es sólo es que estemos explorando nuevos territorios de esta crisis que no acabará nunca, sino que los procesos que ahora comienzan sólo se detendrán para ser sustituidos por otros peores.

Pero analicemos cuáles son estos problemas que se divisan en el horizonte económico español.


Impacto del Brexit. Aparentemente las clases dirigentes del Reino Unido (y también las europeas) han interiorizado que la salida del Reino Unido de la Unión Europea es un proceso irreversible. Para pesar de todos los que abogan por la repetición de un referéndum cuyo resultado creen poder revertir, lo cierto es que volver a celebrar el referéndum seguramente exacerbaría los ánimos e incrementaría el rechazo a la UE. El proceso de salida, por tanto, parece irreversible. Aunque a muchos efectos prácticos el Reino Unido no abandonará la UE (puesto que el Reino Unido firmará multitud de acuerdos comerciales para preservar un cierta status comercial con la UE), lo cierto es que el Reino Unido recuperará la plena soberanía en cuestiones económicas, fiscales y de circulación de personas. Con el Reino Unido fuera de Europa, existe el riesgo de que el país se decante claramente por ser un paraíso fiscal, como ya apuntábamos antes del referéndum, lo cual parece confirmarse con el reciente anuncio de la reducción de la fiscalidad a las empresas radicadas en las islas. No es sólo esta competencia desleal con Europa casi desde su corazón (que, no nos engañemos, ya se producía en parte con el régimen especial que se le aplicaba a la City londinense) la que va a complicarle la vida a España. En el corto plazo, la salida del Reino Unido de la UE implica que España pasa de ser un receptor neto del presupuesto europeo a ser un contribuyente neto, lo cual ampliará la lista del "debe" español en un momento en que se le está aplicando un expediente por déficit excesivo. Pero es que además los mercados financieros están castigando más en estos días a las economías periféricas del euro que al propio Reino Unido, en una demostración de que el gran capital ve más viable un Reino Unido fuera de la UE que una España o una Italia sufriendo por mantenerse dentro de ella. Justamente, con las otras dificultades crecientes, el peligro de un contagio de los abandonos de la UE, sobre todo por parte de economías más competitivas que la española, aumentaría la presión negativa sobre España.

Deutsche Bank: La evolución del principal banco de Alemania durante los últimos meses ha sido ciertamente traumática; en más de una ocasión se ha comparado la evolución del precio de sus acciones al de Lehman Brothers en los meses previos a su quiebra.

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Aparte de la mayor o menor arbitrariedad de esta comparación, lo cierto es que DB encadena unos meses muy aciagos con multitud de noticias muy negativas. El secreto a voces de DB es su exposición a derivados financieros dudosísimos, por valor, dicen algunos, de unos 60 billones de euros (para que se hagan una idea, eso es más de 20 veces el PIB anual de Alemania). Si los alemanes se aplicaran a sí mismos el criterio que hasta ahora ha primado en la Unión Europea con los problemas de los sistemas bancarios de Grecia, Italia, Irlanda o España, según el cual cada estado ha de rescatar sus bancos, las compensaciones del Tratado de Versalles iban a parecer una broma de colegiala. Resulta obvio que si el DB llega en algún momento a quebrar, una parte importante de su deuda quedará impagada (con repercusiones a escala global), mientras que el resto de la deuda sería repartida por toda la zona euro y posiblemente por la UE (de nuevo, la salida del Reino Unido parece muy oportuna, y la tentación de nuevas salidas sería aún mayor). Curiosamente, la prensa especializada se centra estos días en los problemas (comparativamente bastante menores) de los bancos italianos, supongo que porque es un problema más tratable que el del primer banco alemán. ¿Y qué pasa con los bancos españoles? La banca española también es señalada en algunos momentos, ciertamente no con la misma insistencia que la italiana aunque han circulado algunas noticias bastante negativas (por ejemplo, las referentes a la ampliación de capital del Banco Popular). De cómo se afronten, sobre todo desde el punto de la equidad, la crisis del DB por un lado y las crisis bancarias periféricas por el otro depende algo tan crucial como la afección o desafección de los ciudadanos de Grecia, Italia, España o Portugal al proyecto europeo.

La desinversión petrolífera: De este problema ya hemos hablado en repetidas ocasiones en este blog (por ejemplo, en el post "Pasándose de frenada"). Hay un problema muy serio con la desinversión de las empresas dedicadas a la explotación de petróleo. Estas compañías que, no lo olvidemos, perdían dinero a espuertas antes incluso de que el precio del petróleo cayera, no podían continuar invirtiendo como solían y de hecho están contrayendo sus inversiones de manera brutal (un 20% de 2014 a 2015, y se espera que más de un 25% este año con respecto al 2015). Conviene no olvidar que durante los últimos 30 años la inversión global en exploración y desarrollo de nuevos pozos de petróleo y gas se había multiplicado, en términos reales, casi por 10, como muestra la siguiente gráfica:

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En la misma gráfica se ve que desde 2005 las ganancias en la producción de petróleo han sido bastante marginales y sólo rebrotaron un poco a partir de 2011 gracias al petróleo ligero de roca compacta (LTO) que se ha explotado en EE.UU. con la técnica del fracking. Justamente, el mayor peso en la nueva producción de esos hidrocarburos de baja calidad y alto coste es lo que estaba arruinando a las compañías, aún cuando el precio del barril de petróleo se situaba en los 100$. Con el precio actual en casi la mitad, muchas compañías están quebrando y las que sobreviven están paralizando drásticamente sus actividades de búsqueda y desarrollo de nuevos yacimientos. La desinversión ha sido tan fuerte que ya se da por descontado un retroceso de la producción de petróleo en varios millones de barriles de petróleo diarios durante 2016 y 2017, simplemente teniendo en cuenta el tiempo que se tarda en poner en marcha un yacimiento. En este contexto, en tanto que la demanda, aunque estancada, se mantenga, es seguro que el precio del petróleo va a subir como un cohete en algún momento de los próximos meses. Cuando eso suceda, el precio será demasiado alto como para que la economía general lo pueda tolerar demasiado tiempo, y eso generará nueva recesión y precios de nuevo bajos, para mayor desgracia de las compañías petrolíferas: es la maldición de la espiral de destrucción de oferta - destrucción de demanda que tantas veces ya hemos comentado. El futuro corresponde a un precio del petróleo volátil, que nunca estará a un nivel satisfactorio al mismo tiempo para productores y consumidores. Lo único que puede evitar ese repunte y posterior caída de los precios del petróleo es que se desencadene una nueva oleada recesiva global por los dos motivos enumerados más arriba, lo cual lo único para lo que serviría es para agudizar la agonía de las compañías productoras de petróleo y que el retroceso de la producción fuese aún más agudo. En suma, que podría postergar el latigazo de precios durante unos meses, so pena de hacerlo más grave. De todos, éste es el riesgo que me parece mayor, pues atenta contra las bases físicas de nuestro sistema económico y acelera la velocidad de nuestro declive energético, el cual puede arrastrar consigo el derrumbe de muchos estados y llevarnos a un punto desde el cual hacer las transformaciones necesarias sea mucho más difícil.

Los problemas de España: Los lectores españoles han oído hablar mucho estos días de las penalizaciones que la UE está estudiando imponer a España por causa de su déficit excesivo en 2015. A parte de la multa que finalmente se pueda imponer a España (de hasta 2.000 millones de euros), se tiene que recordar que España tiene que acometer unos recortes para ajustar su déficit a lo exigido de por lo menos 10.000 millones de euros. Lo cual quiere decir que el próximo Gobierno de España tendrá que acometer toda una nueva serie de recortes en las partidas de su presupuesto y previsiblemente la mayor parte del peso de estos recortes recaerá sobre las partidas sociales. Esto acrecentará el malestar social en España, ahora más latente pero siempre presente. Con el resto de problemas enumerados más arriba, parece claro que España se va a montar en una montaña rusa económica de la cual convendría prevenir a la población para evitar falsas esperanzas que no se van a cumplir. Esto es particularmente importante para el gobernante Partido Popular, que previsiblemente seguirá en el poder después del resultado de las últimas elecciones en las que mejoró su apoyo electoral. Si ahora viene una nueva marejada económica, el PP puede ver deteriorarse a ojos vista su soporte social y encontrarse dentro de cuatro años (o antes) en una situación que hoy en día parece impensable. Desgraciadamente, la estrategia más probable que se va a seguir es la de la huida hacia adelante, confiando en que los problemas se habrán solucionado y olvidado para cuando toque convocar nuevas elecciones. En el contexto actual, tal estrategia no sólo parece desacertada, sino que puede precipitar a España en brazos de un caudillo populista que pudiera emerger en este tiempo y que supiera canalizar el descontento popular, al estilo de lo que ha hecho el Frente Nacional en Francia o el UKIP en el Reino Unido.


De todos estos problemas, como digo, el más grave en el medio y largo plazo es el de la producción de petróleo en descenso por la falta de inversión. Es muy importante que los analistas y los autoproclamados expertos dejen de mirar el dedo del precio y miren la Luna de la producción. El precio puede mantenerse bajo aún durante un tiempo, lo cual sería síntoma de una demanda estancada o en leve retroceso, mientras que la producción va cayendo y probablemente lo haga de manera irreversible. Contrariamente a lo que suelen afirmar muchos "expertos", cuando la producción de una materia prima sin sustitutos conocidos y con una demanda bastante inelástica comienza a escasear, el precio no se mantiene continuamente alto sino que va haciendo picos no muy prolongados de precios muy altos, seguidos por amplios valles de precios bajos. Desde hace 6 años hemos explicado este fenómeno en este blog, y es parte de la espiral de destrucción de oferta-destrucción de demanda que antes comentaba. Este problema puede acelerar el declive energético de nuestra civilización, lo cual quiere decir el declive y eventual derrumbe de la misma. Nada está escrito en piedra y nada nos impide reaccionar, antes de que la bancarrota petrolífera arrase a los productores, antes de que los efectos nolineales nos lleven donde no queremos ni tenemos por qué ir. Pero para eso hay que superar la teoría económica clásica y empezar a reaccionar: hay alternativas y hay medios para evitar lo peor. Lo único que nos falta hoy en día es comprender el problema y, más importante, tener la voluntad de querer cambiar las cosas.


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