Es importante saber perfectamente que son los bonos convertibles, ya que hay varias clases y dependiendo de la que estemos hablando las consecuencias y el riesgo varían sustancialmente. La prueba de que es un producto “especial” es lo que le ha sucedido al Banco Popular.
Y es que la entidad española ha sido multada por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) con un millón de euros por infracción muy grave al no haber informado debidamente a sus clientes del riesgo de esta inversión. Es más, el Tribunal Supremo (que califica el producto como complejo y arriesgado) ha ratificado la multa y condena al banco a devolver 1,6 millones de euros.
Un bono convertible es un activo financiero de renta fija con la peculiaridad de que existe la posibilidad de convertir el valor del bono en acciones de la empresa. El hecho de que las acciones en las que se puede convertir el bono sean fruto de una ampliación de capital es lo que diferencia los bonos convertibles y bonos canjeables, ya que en estos últimos se entregan acciones ya existentes.
Los bonos convertibles son emitidos por entidades privadas, ya que las entidades públicas no pueden financiarse con este tipo de bonos debido a que no pueden emitir acciones.
La clave del tema es saber si la conversión del bono en acciones es voluntaria o bien es obligatoria.
– Bonos convertibles obligatorios: el bono convertible no será un producto de renta fija, sino de renta variable. No es un producto atractivo puesto que la mejor forma de tener acciones es comprándolas directamente y no mediante bonos que posteriormente se convierten en acciones.
– Bonos convertibles voluntarios: el titular de los bonos, llegado el momento, decide libremente si quiere que se conviertan en acciones o no. Mientras no ejerza el derecho de conversión, el bono convertible se comporta igual que cualquier otro bono, de manera que el inversor recibe los pagos periódicos (cupones) así como el pago del nominal al vencimiento.
Veamos un ejemplo donde todo queda expuesto de manera sencilla…
Si un inversor colocó 1.000 euros en bonos convertibles de una compañía a 20 euros por acción a 3 años y recibe el 5% de interés ello supone 50 euros de ganancia cada uno de los tres años, lo que hace una suma de 150 euros en total. Cuando han pasado los tres años, el inversor puede elegir entre recibir los 1.000 euros que colocó inicialmente o bien recibir 50 acciones (producto de dividir 1.000 entre 20).
Claro, si las acciones de la compañía cotizan por debajo de 20 euros al pasar los tres años, lo que debería de hacer el inversor sería optar por no aceptar las acciones y pedir que se le devuelvan los 1.000 euros. Esto es lógico, si cotizan en ese momento las acciones por debajo de 20 euros por qué las ha de aceptar a 20 euros, si quisiese acciones las compraría directamente y lograría un precio mucho más bajo.
En cambio, si las acciones cotizan por encima de 20 euros tras los tres años, sí debería el inversor optar por convertir los bonos en acciones. Y una vez recibidas puede elegir entre quedárselas o entre venderlas ya que están por encima de 20 euros y lograría una plusvalía superior que si no hubiese convertido sus bonos.