Bueno, para ser justos, esta definición simplificada de cómo funcionan los depósitos y la cuentas remuneradas no es, ni mucho menos, fiel a la realidad. Existen una serie de diferencias considerablemente importantes que te conviene conocer a la hora de escoger entre una u otra opción o, en su caso, disponer de ambas de forma complementaria; algo que es bastante frecuente en la actualidad.
Lo primero que debes saber es que la liquidación de intereses en las cuentas remuneradas tiene lugar de forma mensual. Eso quieres decir que, cada 30 días, el banco deposita en tu cuenta los intereses generados por el capital depositado en ella. Sin embargo, en el caso de los depósitos, esto no tiene porqué ser así. Es más, la mayor parte de los depósitos operan en la modalidad de liquidación de intereses al vencimiento. Por supuesto, hay excepciones a esta regla, como pudieran ser los raros casos en los que se liquidan los intereses de forma mensual, o bien cuando se liquidan los intereses anualmente, pero el depósito ha sido contratado por más tiempo.
Esta diferencia tiene más importancia de lo que pueda parecer, dado que la liquidación mensual de intereses supone que, cada mes, se dispone de un dinero extra, el cual puede ser utilizado libremente por el titular de la cuenta. En estos casos, la opción más rentable siempre es la de poner esos intereses a rendir económicamente. Por el contrario, con la liquidación al vencimiento, sólo se podrá disponer del capital extra, una vez el depósito haya sido liquidado.
Con la progresiva reducción de la remuneración de los productos de renta fija, esta diferencia se está volviendo cada vez más sutil. No obstante, lo cierto es que, tradicionalmente, los depósitos siempre han ofrecido un interés más elevado que las cuentas remuneradas. El motivo no es otro que los depósitos implican un compromiso por parte del cliente de mantener el dinero efectivo inmovilizado durante un determinado plazo de tiempo, mientras que en las cuentas remuneradas, el dinero está permanentemente disponible para su uso.
De nuevo, aquí estamos asistiendo a un progresivo estrechamiento de las diferencias entre depósitos y cuentas remuneradas. Sin embargo, lo habitual es que los depósitos establezcan un importe mínimo a depositar para poder contratar el producto en cuestión.
Por el contrario, la mayor parte de las cuentas remuneradas comienzan a remunerar el capital depositado en ellas desde el primer euro. Se trata de una diferencia sustancial, dado que no todas las personas cuentan con la misma capacidad de ahorro, lo cual puede limitar la posibilidad de contratar ciertos depósitos, pero no así el hecho de abrir una cuenta remunerada, al menos, no por una cuestión de efectivo ahorrado.
Sea como fuere, y tal como mencionábamos hace un momento, esta diferencia no está siendo respetada en todos los productos de este tipo dado que, hoy en día, es posible encontrar depósitos cuya contratación puede ser realizada sin prácticamente importe mínimo, pero también hay cuentas remuneradas que sólo comienzan a generar intereses a partir de determinado excedente de capital.
Al contrario que en el resto de los casos mencionados anteriormente, esta diferencia se ha ido haciendo más notable con el paso del tiempo. ¿Qué quiere decir eso?
Tradicionalmente, las cuentas remuneradas no aceptaban ningún tipo de domiciliación de recibos ni operativa alguna como transferencias, etc. Sencillamente, funcionaban como una segunda cuenta en la cual depositar el dinero poco a poco para que generase intereses y, en el caso de necesitarlo, transferirlo a la cuenta principal de forma inmediata o, el menos, en menos de 24 horas.
En ese sentido, esa limitación en cuenta a la operativa habitual de una cuenta corriente era muy parecida a la propia de los depósitos, los cuales, por definición, no aceptan nada por el estilo.
Sin embargo, el advenimiento de las cuentas nómina con remuneración y otro tipo de cuentas remuneradas más modernas ha supuesto que los clientes puedan operar con ellas como si de cualquier cuenta corriente se trataran.
Esta es, probablemente, el factor que más diferencia a cuentas remuneradas y depósitos. Mientras que estos últimos son contratados por un plazo determinado, las primeras son abiertas, en principio, de forma indefinida, al igual que su remuneración.
Esto significa que, llegado el momento del vencimiento del depósito, el dinero será depositado en tu cuenta junto a sus intereses. Por el contrario, con la cuenta remunerada, el capital seguirá generando de forma indefinida, a no ser que el banco cambie las condiciones de la cuenta, en cuyo caso está obligado a avisarte de dicho cambio. Por supuesto, aquí también podemos encontrar excepciones, fundamentalmente las referidas a los depósitos que se renuevan de forma automáticamente cuando llega la fecha de vencimiento. En estos casos, estaríamos ante un comportamiento muy semejante al de las cuentas remuneradas.
Hace algunos años, resultaba bastante sencillo identificar las diferencias entre depósitos y cuentas remuneradas. Sin embargo, la evolución que está experimentando el mercado financiero ha hecho de dichas distinciones se vuelvan cada vez más difusas con productos híbridos que tratan de combinar las ventajas de un producto y otro, con el fin de atraer el interés de los clientes ahorradores.