Los anticapitalistas suelen describir al libre mercado como una institución generadora de castas y de desigualdades. Karl Marx, de manera mucho más célebre, denunciaba que el modo de producción capitalista se caracterizaba por la existencia de dos clases sociales —la burguesía y el proletariado— que interactuaban mediante relaciones de explotación: los capitalistas le arrebataban la plusvalía a los trabajadores, esto es, se apoderaban del valor generado durante una porción de su jornada laboral. Hoy en día se confunde deliberadamente liberalismo con neomercantilismo y se argumenta erróneamente que, en un mercado libre, la oligarquía utiliza el poder coactivo del Estado para parasitar y lucrarse a costa del resto de los ciudadanos. Por el contrario, un mercado libre sin privilegios estatales en favor de ninguna de las partes no sólo no conduce a la generación de élites extractivas, sino que es el gran mecanismo para igualar y horizontalizar las relaciones sociales. En un mercado libre, existe igualdad jurídica entre las personas: todos son sujetos de derecho con igual consideración moral y simétricos derechos. El mercado no distingue entre razas, religiones, etnias o filiaciones: las personas, cualesquiera sean sus orígenes y condiciones, cooperan por mutuo consentimiento e interés, no porque nadie las obligue a hacerlo en unos términos no equitativos e impuestos desde arriba.
Así las cosas, tal como han recogido recientemente la Foundation for Economic Education y el Cato Institute, la progresiva apertura de los mercados en la India durante los últimos 25 años está logrando un fenómeno que hasta entonces se habría considerado inaudito: convertir en millonarios y ciudadanos de pleno derecho a muchos indios pertenecientes a la casta de los “intocables”, los cuales incluso han llegado a crear su propia Cámara de Comercio para promover la empresarialidad entre sus pares. El sistema de castas de la India ha sobrevivido durante milenios a casi cualquier régimen político imaginable y ha condenado a los miembros del estrato más bajo —los intocables— a una vida de miseria, trabajos desagradables y exclusión social. Pero el mercado libre no se rige por castas, sino por igualdad formal entre las partes: por eso los intocables entran en el mercado como uno más y triunfan como cualquier otro que genere valor para el resto de la sociedad. Tu estatus no depende de dónde vengas, sino de cómo de bien cooperes. La libertad económica está siendo la principal enemiga de las castas sociales en la India.