Suele calificarse a aquellas sociedades caóticas, donde no se respeta la propiedad privada, los contratos o incluso la integridad física de las personas, como “Estados fallidos”. El término es del todo inapropiado: en realidad, son “sociedades fallidas” (el propio Rawls reconoce que el respeto a la justicia es la columna vertebral de una sociedad).

Una sociedad puede ser fallida por culpa del Estado o por otras causas no relacionadas con el Estado: por eso, equiparar “Estado fallido” con “sociedad fallida” es hacer trampas. Se busca transmitir la idea de que un “Estado exitoso” es incompatible con una “sociedad fallida” y eso es mucho decir: para llegar a esa conclusión habría que demostrar que Estado bien administrado es capaz de transformar una “sociedad fallida” en una “sociedad exitosa”. Y eso todavía no lo ha demostrado nadie: acaso un Estado bien administrado sea condición necesaria para una sociedad no fallida (lo cual también es algo discutible), pero desde luego no queda en absoluto claro que sea condición suficiente.