A lo largo de los próximos 40 años se jubilarán 25 millones de españoles. A todos ellos el sistema público de pensiones les promete un retiro digno. Pero no será así. En apenas tres décadas pasaremos de contar con dos cotizantes por pensionista a solo uno: por necesidad, pues, las pensiones se reducirán en relación a los salarios. En este sentido, quienes aspiren a no sufrir un fuerte quebranto en su calidad de vida cuando cese su etapa laboral deberán esforzarse por ahorrar y acumular un patrimonio del que obtener rentas complementarias durante la jubilación. De acuerdo a un reciente estudio de la aseguradora AVIVA, los españoles que vayan a jubilarse entre 2017 y 2057 deberían ahorrar una media de 7.700 euros anuales para mantener sus niveles habituales de gasto una vez alcanzados los 65 años: a los trabajadores más jóvenes les bastaría con una suma menor (un promedio de 3.300 euros anuales para aquellos que cuenten hoy con 30 años) y los más provectos requerirían de un importe mayor (un promedio de 31.500 euros anuales para quienes cuenten hoy con 60 años y estén, por tanto, a punto de retirarse). En total, más de 190.000 millones de euros anuales de ahorro: el equivalente al 17% del PIB.
Sin embargo, la estimación de tales recomendaciones de ahorro depende de que las condiciones actuales de acceso a la jubilación se mantengan y, como ya hemos indicado, no lo harán por una mera cuestión demográfica: en tal caso, si durante los próximos lustros se materializa un deterioro adicional de las pensiones públicas, deberemos ahorrar aún más de lo estimado a día de hoy por AVIVA. Desgraciadamente, la inmensa mayoría de españoles no es consciente de esta imperiosa necesidad: sólo el 22% está pensando actualmente en complementar su futura pensión pública con algún tipo de ingreso privado; el resto, en cambio, confían a pies juntillas en las recurrentes mentiras de nuestros políticos, quienes optan por secuestrar el debate sobre los inexorables recortes de la Seguridad Social con tal de no ver mermadas sus expectativas electorales. Pese a que todos nuestros mandatarios conocen la magnitud del problema, ninguno de ellos posee el coraje suficiente como para sincerarse con los ciudadanos y reconocerles que los han estado estafando durante años. No confíe en su propaganda y comience a ahorrar: si no lo hace, lo lamentará en el futuro y, entonces, ya no contará con margen alguno para rectificar.