El 7 de septiembre, el S&P 500 transitaba por la fase ascendente de su ciclo de 40 días, y la onda sinusoidal pronosticaba el techo teórico (TT) para el día siguiente. Por tanto, mis herramientas de análisis preveían que el ciclo estaba a punto de formar su cresta. Para confirmarlo, el índice norteamericano debía romper a la baja la línea horizontal situada en 2.173,59.
Dos días después, el S&P 500 perforó con violencia la referida línea horizontal, y merced a ello la fase descendente se hizo con el timón del ciclo. Todo esto sucedió en una sesión que cursó con un volumen bajista climático, prueba de que los vendedores estaban pasándose de frenada. En otras palabras, el grueso de la caída debía quedar a nuestras espaldas.
En verdad, el desenlace bajista era previsible al decir del patrón de los años electorales (línea azul del siguiente gráfico), que auguraba un techo significativo a principios de septiembre.
Por cierto, el propio día 9 de septiembre se desencadenó la señal de giro del VIX, que sólo acontece entre una y tres veces al año. Una vez generada la señal, lo acostumbrado es que el McClellan incurra en sobreventa y después forme una divergencia alcista.
Transcurridos tres días, el McClellan dibujó la esperada divergencia alcista, después de haber caído en sobreventa. En consecuencia, el contexto favorecía que las compras acabasen imponiéndose de nuevo.
A todo esto, ese mismo día se generó una línea horizontal en el S&P 500 (2.150,47), cuya superación confirmaría la entrada en escena de la la fase ascendente y conduciría al índice estadounidense hasta el que sería primer objetivo de subida (2.159,08-2.170,45).
Un día después, el contexto propicio creado por la divergencia alcista del McClellan se reforzó gracias a la Línea del Volumen Alcista-Bajista del NYSE, que también trazó una divergencia alcista.
Al cabo de cuatro días, el S&P 500 confirmó que se encontraba en la fase ascendente del ciclo de 40 días, rompiendo al alza la línea horizontal situada en 2.150,47. Acto seguido, coronó el objetivo subida comprendido entre 2.159,08 y 2.170,45.
En realidad, la escapada alcista del índice estadounidense era asimismo previsible con arreglo al patrón de los años electorales, que preveía un rebote a partir de mitad de mes.
Al día sigiuente, el S&P 500 no sólo se deshizo del primer objetivo de subida, sino que también holló las inmediaciones del segundo objetivo (2.182,99 y 2.201,52). Sin embargo, en la sesión del jueves se movió un volumen alcista climático, señal de que los compradores habían extremado su euforia. Como cabía esperar, el S&P 500 se tomó un descanso en la jornada del viernes.
Para terminar, quiero mostrar cómo la Línea Futura de Demarcación (LFD) de 40 días ha monitorizado la evolución del ciclo. Este instrumento técnico, uno de tesoros legados por J.M.Hurst, predijo correctamente el suelo cíclico y proyectó un objetivo de subida que ya ha sido alcanzado por el S&P 500.