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España, a la cabeza de la igualdad de la riqueza

por Laissez Faire Hace 8 años
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Hace un par de semanas, el exaspirante a la candidatura demócrata a la presidencia del Gobierno estadounidense, el radical Bernie Sanders, compartía el siguiente gráfico por Twitter para denunciar la enorme desigualdad de la riqueza en EEUU: la clase media del país poseía un menor porcentaje de la riqueza nacional que otros estados mucho menos democráticos y desarrollados como China.

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Es llamativo que sea Sanders quien lance semejante acusación, dado que el demócrata se pasó toda la campaña electoral reclamando que EEUU emulara el modelo económico de Suecia y de Dinamarca: y es perfectamente observable en el gráfico enlazado que la clase media sueca también posee un menor porcentaje de la riqueza nacional que China (y lo mismo sucede en Dinamarca, aun cuando no figure en el gráfico). ¿Cómo rasgarse las vestiduras por el hecho de que en EEUU suceda exactamente lo mismo que en aquellos países a los que pretendes que copie EEUU?

Pero, dejando de lado la hipocresía del demócrata, es probable que al lector español el tuit de Sanders le genere otro tipo de reacción: ¡cómo es posible que España esté a la cabeza de igualdad patrimonial en el mundo! Pues lo es. Por mucho que desde organizaciones anticapitalistas y amarillistas como Intermon Oxfam se nos insista todos los años en que la desigualdad de la riqueza es alarmante y absolutamente insostenible en España, la realidad es que somos uno de los países donde las diferencias de patrimonio entre los ciudadanos son menos acusadas. Conviene recalcar que nos estamos refiriendo exclusivamente a la desigualdad patrimonial, no a la desigualdad de renta, donde España sí exhibe mayores diferencias en su distribución.

Así las cosas, el informe anual de Credit Suisse, en el que se basan Oxfam y otras organizaciones anticapitalistas para efectuar sus populistas afirmaciones, no deja lugar a dudas: España exhibe uno de los índices Gini de riqueza más reducidos del planeta (recordemos que cuanto más bajo es el índice Gini, más igualitaria es la distribución de la variable analizada).

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Fuente: Credit Suisse.

Pero ¿por qué motivo España es un país tan igualitario en la distribución de la riqueza? En esencia, por la muy extendida propiedad inmobiliaria: de acuerdo con el INE, el 77,2% de las familias españolas es propietario de su vivienda (el 49% la tiene totalmente pagada y el 28,2%, pendiente de algunos pagos). Si a esto le sumamos la fuerte revalorización de los precios de la vivienda durante las últimas décadas (aun cuando descontáramos la burbuja a partir de 2002), se entenderá por qué las clases medias poseen un porcentaje tan elevado de la riqueza nacional y por qué, en última instancia, los patrimonios están tan igualitariamente distribuidos en España. Tal como constataron Facundo Alvaredo y Emmanuel Saez (este último, compañero de andanzas de Thomas Piketty) con respecto a España:

La concentración de la riqueza [del ‘top 1%’] decrece desde el 19% en 1982 al 16% en 1992 y luego vuelve a aumentar al 20% en 2005 (…) En contraste, la concentración de la riqueza del ‘top 0,1%’ ha caído apreciablemente desde el 7% en 1982 al 5,5% en 2005 (…) Dado que la riqueza inmobiliaria está menos concentrada que la financiera y los precios de los inmuebles han aumentado sobremanera, la concentración de la riqueza entre los segmentos más ricos ha caído entre 1982-2005.

El análisis, por cierto, no es novedoso. Hace unos meses, el Instituto Juan de Mariana publicó un informe acerca de la desigualdad económica en España y llegó a la conclusión de que, en contra de las mentiras que se propalan desde muy diversas asociaciones y medios de comunicación, nuestro país era uno de los que exhibían una menor desigualdad económica del planeta: la desigualdad en la distribución de la riqueza es muy baja, la desigualdad en la distribución del gasto en consumo es muy baja y la desigualdad en la distribución de la renta es moderada (sobre todo, una vez corregimos ciertos sesgos del indicador). En lo que ‘tenemos’ y en lo que ‘gastamos’ somos muy iguales, en lo que ‘ganamos’, algo menos. En todo caso, una radiografía muy distinta a la que intentan vendernos todos los alarmistas que pretenden convertir la desigualdad en una (mala) excusa para justificar el aumento del intervencionismo estatal.


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