Sí auténticas bombas a punto de explotar. Deutsche Bank es el banco considerado más grande e influyente de Europa, uno de los gigantes conglomerados financieros globales otrora más sólido pero hoy más vulnerable y con una inquietante exposición al opaco mercado de derivados.Niveles extremos de apalancamiento, de exposición a riesgos diversos, sobrecapacidad, elevada morosidad o ausencia de márgenes son algunos de los peligros que amenazan al banco, el riesgo sistémico es reseñable y así lo advirtió el FMI por su capacidad de erigirse como el epicentro de una eventual tormenta financiera. Uno de los riesgos más dañino para su imagen y para su balance es el jurídico. Tras haberse demostrado numerosos fraudes y manipulaciones, una de las más sonadas es el caso de manipulación concertada del LIBOR para engañar masivamente, la justicia USA ha pedido una multa multimillonaria por su implicación en fraude continuado en el caso subprime… recordemos que DB ya ha pagado multas por importe superior a los 9.000 millones de euros en los últimos 3 años.
Hace un año, el post de 14 de octubre de 2015 exponía algunos asuntos de relevancia para la salud y cotización del banco:
El Departamento de Justicia americano se pronunció el pasado 16 de septiembre solicitando imponer una multa de 14.000 millones de dólares al Deutsche Bank por su implicación en la trama subprime. Hay quienes vinculan la abultada cuantía de la multa a DB como represalia diplomática a la impuesta hace tres semanas por la UE a Apple, de $13.000 millones.
Pero independientemente de la motivación, hubo fraude y de confirmarse tal extremo (multa de 14.000 millones), el Banco deberá salir al mercado a pedir más capital, enajenar más activos de los previstos o directamente solicitar un rescate a las autoridades.
La solución es compleja y se espera gran movilización política para evitar el caos. Una entidad que ha eliminado el dividendo, que pierde dinero, que sufre rebajas constantes de calificación al tiempo que su capitalización bursátil se desangra y cuya cotización merodea niveles mínimos históricos, no es el más indicado para salir al mercado a pedir dinero.
El gobierno alemán ya afronta enraizados dilemas.
El sistema bancario italiano está quebrado, técnicamente, y continúa necesitando una profunda reestructuración que, según las normas de la UE, debe ser llevado a cabo al estilo Chipre, sin acudir a solicitar dinero público o “bail out”.
Esto significaría un “bail in” o rescate interno mediante quitas a acreedores, a depositantes con cuentas superiores a 100.000 euros, a accionistas y bonistas. Es decir, importantes pérdidas a distribuir entre la gente y elevado riesgo de tumultos sociales pidiendo la cabeza del gobierno Renzi a escasas semanas de la convocatoria de referéndum constitucional. La economía italiana entraría en recesión con rapidez impactando sobre la europea.
El gobierno alemán no puede aceptar un sistema de seguro de depósitos europeo ni mutualización de las deudas porque situaría el dinero de los alemanes en riesgo y como consecuencia riesgo para la estabilidad política.
Pero tampoco pueden permitir que el BCE intensifique la impresión de dinero, ni aceptar un recate “bail out” contrario a las normas. En este impasse, los italianos sólo pueden seguir ganando tiempo e ignorando las normas de la UE tal como están haciendo y los alemanes mirando a otra parte esperando solucionar sus problemas internos antes de proceder a la toma de decisiones de cálculo difícil y consecuencias complejas.
El cúmulo de problemas va más allá de los de carácter político, la financiación de las empresas europeas depende en un 70% de los bancos y 30% del mercado, frente a USA donde las empresas buscan el 77% de la financiación en los mercados.
Las empresas europeas están inmersas en un necesario proceso de desapalancamiento pero la dificultad añadida de acceso al crédito amenaza las posibilidades de crecimiento e inversión corporativa, degeneración de beneficios.
Las débiles expectativas de evolución de dividendos de empresas europeas persisten.
Los bancos italianos, los griegos y portugueses… están aumentando su endeudamiento y convirtiéndolo, en parte, en mayores tasas de morosidad.
Intentando salir de un problema estructural de deuda con más deudas, al estilo del “modus operandi” de los gobiernos, es una receta perfecta para el fracaso y eventual desplome.