Ayer se inició en los mercados el último trimestre del año que históricamente tiene dos partes bien diferenciadas. Por un lado el mes de octubre, con el peor comportamiento mensual promedio del año, y luego noviembre y diciembre, que generalmente suelen ser meses de maquillaje alcista. Este maquillaje, de producirse, se pospondrá hasta después de las elecciones estadounidenses del 8 de noviembre.
¿En qué situación encaran los mercados este final de ejercicio?
Como vemos en los siguientes gráficos elaborados por el HSBC, la evolución tanto del mercado de acciones global, como de los bonos del tesoro de EE.UU., ha sido muy alcista desde los mínimos de 2009. Todo ello a pesar de la caída de las expectativas de crecimiento del beneficio empresarial por acción.
Esto indica que la subida de los índices no ha venido soportada por una mejora de las cuentas corporativas, sino básicamente por las políticas monetarias ultra expansivas.
La primera consecuencia de esto es la sobrevaloración que registran actualmente un gran número de índices desarrollados de renta variable. En el caso del S&P 500 (gráfico adjunto), el PER previsto a 12 meses es de 16,6 veces, frente la media de los últimos cinco años de 14,8x y de los últimos 10 años de 14,3 veces.
Esto no indica una sobrevaloración extrema, pero sí lo suficientemente alta como para que la rentabilidad esperada sea muy moderada.
Por tanto, nos enfrentamos al tercer trimestre del año con una clara sobrevaloración en la renta variable, y con un gran número de incertidumbres a nivel político, financiero y económico. Mi consejo es cautela, más si cabe de la que tienen que tener cuando se aproximan a los mercados financieros.