La inflación se suele utilizar para evaluar el nivel general de los precios en la economía, aunque si sube no significa que todos los precios estén al alza, algunos pueden incluso estar cayendo.
Una fuerte inflación con incrementos de dos dígitos implica hiperinflación, fenómenos que va acompañado de un revés económico que termina por ocasionar un elevado desempleo y una importante disminución en la producción de bienes y servicios.
Si un Gobierno emite demasiado dinero, los precios se incrementan y se produce inflación. Si imprime poco, los precios caen y se forma deflación.
Realmente el valor del dinero lo determina la oferta y la demanda. La oferta de dinero está controlada por el Gobierno, el cual puede imprimir dinero cuando quiera. La demanda de dinero tiende a crecer poco a poco con el tiempo, las economías fuertes producen más bienes y los consumidores demandan más dinero para comprarlos.
Según como actúe el gobierno a esa mayor demanda, tenemos tres casos:
¿Cómo saber qué nivel de inflación se producirá al poner en circulación una determinada cantidad de dinero? Para eso está la Teoría Cuantitativa del Dinero, la cual dice que el nivel general de precios es proporcional a la cantidad de dinero que circula en la economía. es decir, si se duplica la oferta monetaria, se duplican los precios.
La inflación se produce porque los Gobiernos imprimen más papel moneda, con lo que aumenta la oferta de dinero. Los Gobiernos ponen en circulación más dinero por tres motivos o causas:
Los gobiernos casi siempre tienen que hacer frente a deudas y les gusta acuñar dinero para pagarlas. a veces un Gobierno quiere gastar más dinero del que recibe por ingresos tributarios, por lo que puede elegir pedir dinero prestado o bien imprimir nuevos billetes.
Bien es cierto que hasta hace un tiempo, era complicado poner en circulación nuevos billetes porque gran parte del papel moneda en el mundo estaba respaldado por el oro, de manera que cada papel moneda que circulaba equivalía a una cantidad concreta de oro. Este patrón oro dificultaba que el Gobierno devaluara la moneda imprimiendo mucho dinero porque antes debía de conseguir más oro para avalar el nuevo dinero. Finalmente, en 1971, el presidente Nixon sacó a USA del patrón oro.
Al ser la inflación un aumento general de los precios, la mejor manera de seguir su pista y análisis es observar el coste que tiene adquirir un conjunto grande y variado de bienes, lo que se denomina cesta de bienes y servicios. La más tradicional es el índice de precios al consumo (IPC).
Los índices de precios también sirven para medir la diferencia entre precios reales y precios nominales. Éstos últimos son los precios expresados en dinero y que pueden cambiar en el tiempo debido a la inflación, hecho por el cual los economistas prefieren centrarse en los precios reales .
Como con la inflación disminuye el valor del pago de un préstamo, hay que diferenciar entre tipos de interés nominales y tipos de interés reales:
El economista Irving Fisher aportó una fórmula, llamada Ecuación de Fisher, que relaciona los tipos de interés nominales y los reales.
En los años 80 surgió el pensamiento de que una elevada inflación viene originada por una política discrecional de los gobiernos y se aportaba como solución la independencia de los bancos centrales. Hay un trabajo muy interesante de los economistas Finn Kydland y Edward Prescott del año 1977 llamado “Rules Rather Than Discretion”.
En dicho trabajo se llega a la idea de que si los Gobiernos podían actuar de manera discrecional seguramente acaben por incumplir sus promesas electorales, por lo que los ciudadanos nunca creen en dichas promesas ni en los programas electorales. Por tanto, las personas racionales cuentan con esos incumplimientos de los Gobiernos y adaptan sus propios comportamientos, de manera que la política gubernamental discrecional no funciona. ¿Solución? Que los Gobiernos se comprometan a seguir unas normas y así evitar la discrecionalidad.
Hay un ejemplo muy conocido pero que ilustra a la perfección todo esto: un alumno es vago y no hace sus deberes. El maestro, que siempre ha sido permisivo con el alumno, decide cambiar la situación y le dice al alumno que si no entrega sus deberes le castigará. El alumno conoce muy bien la personalidad y el carácter permisivo del maestro, de manera que no hace los deberes, sabe que no será castigado. ¿Resultado? Las buenas intenciones del maestro se ven claramente minimizadas por el comportamiento racional del alumno.