El LIBOR es una tasa que se puede comparar con otros indicadores de tipos de interés como son el Euribor para el mercado interbancario de la zona euro o la tasa Federal Funds Rate que publica la Reserva Federal en Estados Unidos.
Su fórmula de cálculo es similar a la del Euribor. Cada día, a las 11 de la mañana, se publica el valor del LIBOR por la Asociación de Banqueros Británicos (la BBA). Se calcula como la mediana de los ocho valores centrales entre el interés reportado por 16 bancos que contribuyen a su cálculo desechando, por tanto, los 4 valores más bajos y los 4 valores más altos.
Es un indicador muy utilizado como tasa de referencia para la libra esterlina y otras, como el dólar, el euro o el yen, y sirve para referenciar el tipo de interés en contratos equivalentes a más de 260 billones de euros, una cifra que es cinco veces el PIB mundial y determina el precio de muchos productos financieros.
Al igual que ocurre con otros indicadores, el LIBOR está estrechamente relacionado con los tipos de interés del Banco de Inglaterra. La explicación es evidente: los bancos tenderán a obtener el dinero en aquellas entidades que le ofrezcan unas mejores condiciones en la financiación en cuanto al tipo de interés. Si los tipos de interés oficiales correspondientes descienden, los bancos tenderán a pedir el dinero al banco central en lugar de utilizar el mercado interbancario, provocando un descenso en este hasta que vuelva a ser atractivos para los bancos.
El LIBOR ha sido objeto de diversas manipulaciones por uno o varios de los bancos intervinientes en su cálculo, hecho que se convirtió en un auténtico escándalo a nivel mundial. En mayo de 2008, por ejemplo, el Wall Street Journal sugirió que algunos bancos habían minimizado el valor del tipo de interés reportado a la BBA para el cálculo del LIBOR.
Las alarmas comenzaron a saltar en 2007 cuando las estimaciones del LIBOR comenzaron a variar de forma sustancial entre el dólar y el resto de monedas. No en vano, fue el Banco Internacional de Pagos de Basilea la institución que primero advirtió sobre esta aparente anomalía ya que, a pesar de que durante este año comenzaron a darse los primeros pánicos financieros, el valor del LIBOR permanecía estable, como si la crisis económica y financiera fuese ajena a los bancos ingleses.
En los años anteriores a la crisis, varios brokers habían inflado el valor del LIBOR con el objetivo de incrementar sus ganancias en el exceso de depósitos que generan día a día. Además, algunas entidades como Barclays comunicaban tipos de interés artificialmente bajos en un intento por esconder las verdaderas debilidades de sus balances.
A finales de 2012, Barclays fue sancionado con una multa de 290 millones de euros por estos intentos de manipulación del LIBOR, y a día de hoy son más bancos los que están siendo investigados por proceder del mismo modo. Este escándalo ha socavado la credibilidad del LIBOR, hasta el punto que la propia Reserva Federal ha llegado a poner en duda su fiabilidad como indicador.
En cualquier caso, el LIBOR sigue siendo, a día de hoy, uno de los indicadores de tipos de interés más importantes y el que sirve de referencia para una gran cantidad de productos financieros.