“If capital-adequacy measures can be manipulated to make banks appear better without really improving their financial health, the purpose of the [capital] regulation is undermined,”. “Disturbing”. Anat Admati, finance professor Universidad de Stanford
Aunque la noticia de la aprobación de las “nuevas normas de solvencia” para el sector financiero venía cociéndose desde el final de la primavera ha sido este pasado viernes cuando el ministro de Guindos aprobaba un Real Decreto Ley (habrá posterior desarrollo reglamentario) que nos acerca al camino de Basilea III. Eso sí, a nuestro estilo. Con nuestras especificidades.
La parte que me ha llamado la atención y que ha tenido una repercusión menor en los medios es el tratamiento de los denominados Deferred Tax Assets, DTAs o más para los de aquí Activos Fiscales Diferidos o Créditos por Impuestos Diferidos. Lo sé: muy técnico quizá, algo tostón, pero jugoso. Ya verán, ya ¿Qué ha ocurrido el pasado viernes?
(a) Como primer pilar para entender lo ocurrido tenemos que echarle un ojo a la regulación del Banco de Pagos de Basilea (BIS). Basilea III va encaminado a mejorar la regulación, gestión y supervisión del sector financiero de forma que pueda afrontar escenarios como el de esta reciente crisis con mayores garantías. Afrontar de forma solvente perturbaciones y tensiones financieras mediante el tratamiento adecuado de los riesgos, la mejora del gobierno corporativo y la elevación de la transparencia.
Para Basilea III, “entidades solventes” es equivalente a “entidades mejor capitalizadas”. Para lograr ese objetivo hay un marco temporal que llega a 2019 donde se permite a los bancos adaptarse progresivamente a esos requerimientos: reglas comunes para todos. En particular, Basilea III habla de forma específica de los DTA en sus normas e indica cómo han de ser tratados (normas 69 y 87 del documento de solvencia). Los DTA bajo normativa internacional serán (trazo grueso) descontados de los instrumentos de capital de más calidad: vamos que no cuentan para construir la solvencia. Al menos, no contarán todos. Hay límites conceptuales y umbrales. Los DTAs en genérico no cuentan para construir solvencia como resultado de los estándares contables que tenemos en vigor: los DTA son derechos recuperables bajo la hipótesis del retorno a beneficios de la entidad, hecho éste que no es asegurable claro. Por ello, el BIS prefiere ser cauto. Ya ha visto una crisis y bajar la guardia con licencias que permitan reforzar la solvencia contra futuribles sería como aplicar la tesis de El Cuento de la Lechera. Que si salen, bien. Y si no… la solvencia al cuerno. Sin embargo si se ponen de por medio ciertas garantías, los DTA sí pueden ser tratados como parte del capital de máxima solvencia. Aquí está el quid.
(b) El Gobierno ha decidido una modificación de doble naturaleza, fiscal y contable, que permitirá que una parte los DTA, 30.000 millones de € de los 51.000 potenciales, computen como recursos propios de máxima calidad. Reléanlo. Sí. Los bancos son 30.000 millones de € más solventes porque una modificación a la normativa fiscal “mueve la línea”. La magnitud de la medida es muy relevante. Recordemos que por ejemplo el tamaño del rescate de los bancos se situó en los 43.000 millones de €.
¿Cómo encajar Basilea III y esta medida? Pues… aval al canto. El gobierno ha decidido darle carta de garantía de cobro a esos derechos. Los ha hecho tangibles. El gobierno va a avalar los 30.000 millones de € de los DTAs para que computen entre los recursos de máxima solvencia ¿Gratis? Pues avalar nunca es gratis del todo. Creo que los bancos tienen muchos motivos para estar agradecidos a este cambio, ya que de golpe y porrazo mejoran la solvencia hasta quedar suficientemente por encima de los límites exigidos por la normativa internacional.
(c) ¿Incurrimos en una excepcionalidad? Ustedes habrán oído al Ministro de Economía y al propio gobernador del Banco de España decir que simplemente nos estamos homologando con medidas que ya han tomado otros países de nuestro entorno. Sí y no. Verdaderamente estamos replicando la solución italiana de 2011 (relativa también a pensiones y provisiones). Una medida “en el límite” aplicada por otro de los periféricos cuyo sector financiero está bajo presión. Si para Italia pasó el corte, para nosotros también ha de pasarlo.
(d) Esta medida interesa a muchos y muy poderosos:
Se pueden imaginar, al menos a mí no me cuesta, que ha habido un ejercicio de lobbying intenso para lograr esa “reclasificación” contable de 30.000 millones de € que ha comenzado en el sector bancario mismo y que ha sido visto con ojos indulgentes por el resto de interlocutores.
¿Cómo están las cosas entonces? Nos vamos al comunicado de la agencia de calificación Fitch del 1 de agosto de este año.
A potential change in Spain’s tax regime to allow banks to convert part of their deferred tax assets (DTA) into a transferable tax credit to boost Basel III capital ratios is largely cosmetic and likely to be ratings neutral for Spanish banks and the sovereign. Fitch Ratings
No está mal el movimiento del Gobierno. Pero hasta cierto punto es cosmético. Y esto es así porque deriva de un ejercicio de reclasificación contable como resultado de una modificación fiscal que pone encima de la mesa el aval del Estado para el cobro de esos créditos. Un poco Señorita Pepis, si me permiten. Pero eso ya lo ha dicho Fitch.
En todo caso esa “cosmética” es de aquellas que permite ganar tiempo y poner una garantía (backstop) a las dudas sobre la solvencia de nuestros bancos y seguro que ha empujado a un mejor clima de acceso a los recursos en el mercado. De neutral a positivo diluido.
Añadan otra cosa. No se debe olvidar que en breve nuestras entidades financieras habrán de pasar los exámenes del Banco Central Europeo y que será bueno llegar a esas pruebas con algo de margen. Como Basilea III es para ser aplicado de forma progresiva hasta 2019 podemos dibujar el camino. Ese algo de margen en solvencia pre-Basilea III que ganamos, aunque sea de la Señorita Pepis, ayudará. Y será relevante en un entorno en el que aún se está decidiendo qué tipo de papel jugará la exposición a deuda soberana por parte de las entidades en los exámenes. Hay ciertos nervios en el sector detrás de los cuáles está el temor a qué parte la exposición a activos soberanos (deuda del Estado) será castigada en los exámenes del BCE. Y nuestros bancos “van hasta las cejas” de nuestra deuda. Ya no es tóxica. O no lo es tanto como lo era en 2011 a ojos de terceros. Pero, ¿y si el BCE decide que sí? El BCE podría crear un “hueco de capital” por razón de una decisión tan arbitraria como la de nuestro gobierno respecto a los DTAs. De momento, los bancos han cubierto hasta 30.000 millones de € de ese riesgo potencial. [el concepto arbitrario no es equivalente a discrecional]
Guinda final: ¿ese aval de 30.000 millones de € afecta al déficit? Los avales no se registran como pasivos de las cuentas de las AA PP; es una suerte de pasivo contingente que sólo en el caso de activarse la contingencia empezaría a afectar a deuda y déficit. Sólo para nuestro buen gobierno a finales de 2012 el Estado ya era avalista por importe equivalente al 17% del PIB siendo la mayoría de los avales para la SAREB, el FEEF o el sector bancario. Es decir, unos 170.000 millones de €. Así que 30.000 millones más son un pico.
En resumen, llama la atención que una decisión contable-fiscal pueda hacer a los bancos más solventes de la noche al día gracias a una garantía estatal. Esperemos que esa garantía no se active nunca, porque si no… En todo caso, ese tufillo a riesgo moral que desprende la medida no se me quita de las narices. Ah! Quién fuera banco. Total, sombra-aquí, sombra-allá, maquíllate, maquíllate, un espejo de cristal…