ECB'S DRAGHI SAYS WE CANNOT TAKE BACKWARD STEPS CONCERNING THE REGULATORY, SUPERVISORY AND OVERSIGHT FRAMEWORK FOR BANKS AND FINANCIAL MARKET INFRASTRUCTURES. REUTER.
El resto del discurso del lunes del Presidente del BCE se mantuvo en línea con lo escuchado en las últimas semanas: la economía europea se ha mostrado muy resistente, con los mercados financieros también soportando bien el Brexit; pero la política monetaria debe mantenerse expansiva, aunque debe ceder el protagonismo a la política fiscal y medidas de oferta.
¿Y el sector financiero? Se debe adaptar al escenario. Aunque, como ven, el escenario no está nada claro. Y no sólo me refiero a las futuras medidas en política monetaria (el Presidente Draghi también sugirió ayer que el Programa de compra de deuda es suficientemente flexible), aunque una parte del mercado ya empieza a considerar que en la reunión mensual del BCE de la semana próxima no se tomarán nuevas decisiones. Y me refiero a la posibilidad de alargar el QE, recortarlo o combinarlo con otras medidas como sería el repo de bonos para dar liquidez al mercado. Quizás en la reunión de enero, con más información.
Más allá de cómo le afecte al sector la política monetaria o la incertidumbre regulatoria, lo cierto es que se sigue echando en falta una mayor integración financiera europea.
Precisamente Praet del BCE hablaba de esto en una conferencia la semana pasada. Aunque lo enfocaba en la necesidad de cerrar el círculo en términos de supervisión y el mecanismo único de resolución de crisis con una garantía común de depósitos.
El mensaje era claro: la integración europea del mercado de crédito y de capitales podría facilitar la transmisión de la política monetaria a la zona, permitiendo de esta forma que el banco central pueda estabilizar los potenciales shocks que surjan. Y no es una frase sin más, considerando como la Crisis del Euro supuso en el fondo una prueba de la elevada fragmentación de los mercados. ¿Recuerdan la conexión entre el riesgo soberano y el financiero? Al final, no está tan claro en el momento actual que esta interrelación se haya roto del todo. Inquietante, en su opinión, que en algunos casos podría afirmarse que pese a todo lo avanzado hasta el momento en la integración financiera en muchos casos los sistemas bancarios se han vuelto más nacionales. De aquí al riesgo de contagio entre países, ante riesgos locales, no parece nada descartable. Ni lejano.
¿Integración bancaria europea como una consecuencia de la integración financiera o como una necesidad? Esto es lo que decía hace unos días el Gobernador del Banco de España….
“volvió a hablar de que algo todavía no funciona bien en la unión bancaria europea cuando después de varios años de funcionamiento no están teniendo lugar operaciones transfronterizas. Las distintas legislaciones nacionales, los diferentes procedimientos de los supervisores nacionales, son elementos distorsionadores con mucha fuerza a pesar de los esfuerzos uniformadores que desde el Banco Central Europeo se están haciendo desde la puesta en marcha del supervisor único”.
Y esto es lo que decía ayer mismo el Subgobernador….
“Por ello, parece probable que diversas entidades tendrán dificultades objetivas para ajustarse al marco de resolución recientemente establecido. Esta nueva normativa, por lo tanto, contribuye a reforzar la percepción de un exceso de capacidad en el sector y, previsiblemente, contribuirá a promover un cambio en la estructura de la industria que lo corrija mediante procesos de consolidación del que emerjan entidades más capaces de cumplir con suficiente holgura las nuevas exigencias. El papel del supervisor consiste, esencialmente, en poner los medios para que este proceso de ajuste, que parece inevitable, tenga lugar de la manera más ordenada posible”.
Ya se ha hecho frecuente la petición a los bancos por las autoridades europeas de un nuevo modelo de negocio que parta de tres hechos consumados: 1. Una política monetaria extremadamente laxa; 2. Una regulación compleja, incierta e inacabada; 3. Lentitud política para culminar la integración bancaria con la creación de un fondo común de garantía de depósitos. La parte positiva es que las entidades europeas, especialmente las españolas, cuentan con una sólida base de capital, elevada eficiencia y una enorme predisposición a adaptarse al escenario. Sólo es necesario que se le ofrezca tiempo suficiente para hacerlo.