No hubo ninguna sorpresa. La Reserva Federal cumplió ayer con lo esperado y volvió a incrementar los tipos de interés en un 0,25%. La presidenta de la Fed, Janet Yellen, aprovechó en 2016 todas las excusas posibles (incluido el Brexit) para retrasar la adopción de esta medida, pero finalmente se le agotaron los pretextos: la tasa de desempleo en EEUU se halla en mínimos de la última década y los mercados financieros siguen batiendo máximos históricos. Y en cuanto a la inflación, es verdad que continúa moderadamente baja, pero si Donald Trump cumple con su anunció de aprobar un enorme plan de estímulo fiscal (recorte de impuestos y aumento del gasto), es muy probable que el crecimiento de los precios se acelere. De hecho, acaso la única novedad que nos dejara el comunicado de ayer de Fed sea que el banco central espera incrementar los tipos en tres ocasiones a lo largo de 2017 (en septiembre, su previsión era que sólo lo haría dos veces): a saber, el perfil de su política monetaria se vuelve algo menos acomodaticia de lo anticipado.
Mas, en realidad, los cambios de fondo todavía tardarán en llegar: los bancos estadounidenses están literalmente nadando en un mar de liquidez debido a todas las inyecciones que ha venido realizando la Fed desde 2009. De ahí que, de momento, su necesidad de pedir prestado a otras entidades financieras o a la propia Reserva Federal sea minúscula (y, por tanto, estos tipos de interés resulten irrelevantes). Ahora bien, a medio plazo, conforme la banca privada siga comprando deuda pública (sobre todo si Trump incrementa las emisiones), esas reservas de liquidez comenzarán a reducirse y, según lo hagan, la dependencia de la banca de la financiación que pueda proporcionarle la Fed volverá a aumentar. Sólo entonces las actuales subidas de tipos resultarán significativas: de momento, y pese a todo el bombo mediático que se le está dando a la decisión de Yellen, lo único que cambia, y muy poco, son las expectativas. El guion sigue según estaba escrito: los problemas llegarán cuando aparezcan fenómenos no incluidos en ese guion.