The Guardian es uno de los periódicos con mayor predicamento dentro de la socialdemocracia europea. Julian Assange, el propietario de WikiLeaks, es un personaje controvertido que, en un comienzo, fue aplaudido por buena parte del establishment socialdemócrata pero que durante los últimos meses ha concentrado gran parte de su bilis por haber destapado los correos privados de la campaña de Hillary Clinton, contribuyendo así a que Trump ganara las elecciones. Al margen de la opinión que nos merezca un individuo con tantas aristas y claroscuros como Assange, lo que habría de ser obvio es que no deberíamos mentir sobre él con el propósito de desacreditarlo ante la ciudadanía. Y el prestigioso The Guardian ha mentido sobre Assange y además con sumo descaro. Hace justo una semana, el periodista Ben Jacobs resumió para el rotativo inglés una reciente entrevista que había concedido el fundador de WikiLeaks a la prensa italiana. En su artículo en The Guardian, Jacobs afirmaba que Assange mantenía una estrecha relación con el régimen de Putin y que, según había manifestado en la entrevista, se oponía a que WikiLeaks investigara al Kremlin: “Carece de sentido que WikiLeaks se dedique a revelar secretos del gobierno ruso porque en ese país [a diferencia de lo que sucede en EEUU] sí existe un debate abierto y plural”.
Evidentemente, cualquiera que leyera la noticia debió llevarse la impresión de que Assange había enloquecido y de que se había convertido en un perro faldero de Putin; acaso por ello había ayudado a Trump a ganar las elecciones: porque actuaba a las órdenes del presidente ruso. Sucede que Assange no dijo nada de todo esto. Tal como ha denunciado Glenn Greenwald, antiguo colaborador de The Guardian, lo que Assange respondió cuando se le preguntó por qué WikiLeaks no revelaba secretos rusos o chinos fue lo siguiente: “En Rusia hay organizaciones que desempeñan un rol similar a WikiLeaks y nadie de la plantilla de WikiLeaks habla ruso (…) WikiLeaks es un portal predominantemente inglés. Aun así, hemos publicado más de 800.000 documentos acerca de Rusia o el presidente Putin, de modo que algo sí hemos cubierto, aunque la mayoría de nuestras fuentes son occidentales (…) Nuestro criterio a la hora de decidir qué investigamos es cuán separados estamos culturalmente de nuestras fuentes”. Todo el castillo de naipes anti-Assange a fuer de anti-Trump venido abajo. Si la prensa socialdemócrata quiere mantener su reputación, desde luego mentir obscenamente no es el camino.