Un pañuelo de seda, un reloj, un anillo, un sujeta-billetes de oro sin billetes, un teléfono móvil y un Curso de Bolsa. Esa es mi carta a Sus Majestades los Reyes Magos de Oriente para este año.
Como todos sabemos, la salud financiera es una de las cosas más importantes que nos acompaña durante casi toda nuestra vida. Y si nos detenemos a pensar por un instante, pocas cosas existen más importantes (un servidor diría que únicamente la salud y la familia). Una vez llegada la adolescencia, “más nos vale” ir incorporando a nuestro disco duro una serie de capacidades financieras que van a ser fundamentales para la toma de multitud de decisiones: la compra de una vivienda, la educación de los hijos, el ahorro para el futuro (siempre incierto y más aún en la actualidad por la más que discutible hucha de las pensiones), etc.
¿Y cómo puedo gozar de una buena salud financiera? Con formación continua y de calidad. A menudo consideramos la economía y las finanzas como algo excesivamente técnico y aburrido, solo apto para unos pocos. Sin embargo, una buena educación financiera es clave para cualquier mortal ya que las finanzas y la economía forman parte de nuestra vida diaria. Todos deberíamos saber interpretar determinados datos e informaciones, entender las noticias o saber de qué nos hablan cuando vamos a pedir un crédito, independientemente de nuestra profesión.
Pero centrémonos en personas con inquietudes en los mercados financieros como tú, ¿qué tipo de formación es la más adecuada?
Déjame que me extienda e incorpore parte de mi experiencia personal. Compré mis primeras acciones con apenas 16 años, concretamente Argentaria. Desde entonces me licencié en Administración y Dirección de Empresas, realicé un Master en Finanzas, un Curso de Experto en Bolsa y multitud de cursos cortos de diversas materias relacionadas con el mundo financiero. Todo ello “regado” con un sinfín de manuales financieros, algunos mejores y otros peores, y miles de operaciones financieras en todo tipo de productos. 25 años después, me paro a pensar y puedo afirmar con rotundidad que sólo el conjunto de todos esos aprendizajes, lecturas y, por supuesto, operaciones (sobre todo en las que he sufrido pérdidas) conforman mis conocimientos actuales. No te engañes, un buen inversor no es aquel que enlaza tres operaciones exitosas o consigue ganar un 30% en un mes; un buen inversor es aquel que consigue resultados consistentes a lo largo de los años y que maneja con solvencia los diferentes productos financieros con los que opera.
Huye de cursos o manuales con títulos tipo “Transforme mil euros en un millón”, “Aprenda a desenvolverse en los mercados bursátiles en tan sólo 10 horas”, etc. Considero que una formación financiera debe ser impartida por profesionales con formación contrastada (certificados oficiales como el EFA) y experiencia dilatada en los mercados. ¿Acudirías a un curso de natación impartido por alguien que no sabe nadar? Te recomiendo que siempre te pongas en contacto con el equipo docente para que te aclare los objetivos y el alcance del curso y así, unos y otros, quedaréis satisfechos.
Estamos en el mejor momento del año para hacer un regalo original. Olvídate de pijamas o perfumes. Ahora tienes la oportunidad de regalar (o auto-regalarte) un buen Curso de Bolsa, de Gestión de Fondos de Inversión o Análisis Técnico. Es un regalo diferente y tremendamente útil del que poder obtener un provecho sustancial a lo largo de nuestra vida.