Surgen voces aduciendo que podríamos ver una relajación de la política monetaria del BCE. Veamos si puede ser cierto o no.
El dato adelantado de inflación del pasado mes de diciembre en la eurozona indica un ascenso progresivo en los precios. La subida del petróleo con el recorte de producción de los países productores origina que el tema energético aliente el incremento de los precios.
Es cierto que en los últimos días se especula con la posibilidad de que el Banco Central Europeo podría adelantar incluso la fase de “normalización” de su política monetaria expansiva, política basada en bajos tipos de interés y en el programa QE. Algo que desde Alemania verían con buenos ojos, no en vano vienen pidiendo al BCE que no demore la subida de tipos.
Pero en mi opinión, Mario Draghi no subirá los tipos de interés como mínimos hasta el 2018 y respecto al programa QE (desde marzo del 2015 la entidad compra deuda pública y corporativa para reducir los costes de financiación), que finalizaba en marzo del 2017, fue recientemente prorrogado hasta diciembre del 2017 (se esperaba sólamente hasta septiembre), aunque reduciendo el volumen de compras mensuales de 80.000 a 60.000 millones de euros desde el mes próximo mes de abril.
¿Y por qué seguirán los tipos tan bajos y se mantendrá el programa QE aunque Alemania mantenga su tono irascible de protesta en protesta? Basta con echar una mirada a las actas de la reunión del BCE del pasado 8 de diciembre, donde podemos fijarnos en una serie de cuestiones:
– A favor de una prórroga del QE de seis meses se mostraron pocos miembros.
– Tanto la incertidumbre política como la económica siguen vigentes y con lo que se nos viene encima en el 2017 ni les cuento.
– La idea que subyace del BCE es que prorrogar los estímulos monetarios durante nueve meses a 60.000 millones de euros mensuales permite una transmisión más duradera de las medidas de estímulo.
– Si el escenario base no resulta finalmente como se esperase, la entidad no dudaría en volver a retomar las compras de deuda por una cuantía de 80.000 millones de euros mensuales.
Así pues, los mercados de renta variable continuarán con la inestimable ayuda del BCE y el euro verá como se prolonga en el tiempo su debilidad frente a un buen número de divisas.