Hace justo cuadro años, el oscarizado cineasta Michael Moore publicó en Twitter la siguiente arenga del petrosocialismo chavista: "Hugo Chávez decretó que el petróleo era propiedad del pueblo y así pudo utilizar sus ingresos para eliminar el 75% de la pobreza extrema y para proporcionar educación y sanidad gratuitas para todos". Moore difundió tan propagandístico alegato apenas unos meses antes de que el precio internacional del petróleo colapsara y de que, en consecuencia, se agravara hasta unos extremos desoladores la profunda crisis en la que por aquel entonces ya estaba sumida Venezuela debido a la incompetencia socializadora del régimen bolivariano. Ahora, cuatro años después, el estado del país es absolutamente dramátici. Sin ir más lejos, hace unas semanas las principales universidades venezolanas publicaron la Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi), un documento anual donde analizan la evolución de los principales indicadores de bienestar de la población.
Y los resultados obtenidos son del todo desoladores: en concreto, el 82% de las familias venezolanas viven actualmente en la pobreza, el porcentaje más elevado de su historia y que convierte a esta región en la más mísera de toda América Latina. La mayor parte de esas familias se hallan, además, en una desesperada situación de extrema pobreza, lo que dificulta enormemente su capacidad para acceder a una alimentación de mínima calidad. La propia encuesta refleja, de hecho, que el 75% de las más de 6.500 personas sondeadas reconocieron una pérdida de peso no voluntaria de 8 kilos: los alimentos escasean y los venezolanos pasan hambre. Si no quieren creer las crónicas o las fotos de supermercados vacíos que suele publicar la prensa occidental, crean a la propia confesión de los ciudadanos. La economía, en suma, está descompuesta y Maduro sólo es capaz de huir hacia adelante mediante una mayor impresión monetaria (inflación), la implantación de una cartilla de racionamiento (desabastecimiento) e incluso una aceleración del ritmo de las expropiaciones de empresas (huida de la inversión). Estos son algunos de los “destacadísimos” logros del chavismo: subirse a la cresta de una burbuja de ficticia bonanza que dependía de que los altos precios globales del crudo se mantuvieran indefinidamente. Pero cuando tales precios pincharon, la ficticia prosperidad interna se desmoronó cual castillo de naipes. Ahora solo falta que el estallido de la burbuja de mentiras que durante tantos inflaron todos los sicofantes del régimen bolivariano también contribuya a pinchar la burbuja de credibilidad de tan sectarios analistas.