Donald Trump ha sufrido su primer revés serio. No logró sacar adelante su ansiada reforma sanitaria y acabar con el Obamacare. No logró convencer ni a progresistas ni a conservadores. El resultado: la primera de sus grandes promesas ha fracasado, y echando más leña al fuego se puede decir que no contó ni con el apoyo de su partido, por supuesto tampoco de los demócratas. Y es que se estima que nada más y nada menos que catorce millones de personas se quedarían sin seguro en el plazo de un año, argumento que habla por sí solo.
En un principio, la votación estaba prevista para el jueves, pero los republicanos la aplazaron ante la falta de respaldo suficiente. Trump era plenamente consciente de que no contaba con los apoyos necesarios, hecho que hizo que aflorara su carácter, dejando a última hora las buenas formas y dotes negociadoras para pasar directamente a la amenaza y al ultimátum. De nada le sirvió. Prefirió decantarse por una retirada antes que verse expuesto públicamente a una dura derrota que su orgullo le impedía.
¿Por qué les venía comentando desde mi último artículo en Expansión que esta votación era importante para los mercados?
– Su programa electoral se basaba fundamentalmente en cuatro patas: reforma sanitaria, reforma fiscal, infraestructura, inmigración. Sus medidas para frenar la inmigración están siendo continuamente echadas abajo por los Tribunales. Su reforma sanitaria fue tumbada. La mitad de sus bazas no son capaces de ver la luz.
– Precisamente el fracaso de sus medidas estrella puede crear la sensación entre los inversores (o más que sensación se puede decir que es la realidad) de que el gobierno es débil y no todo lo sólido que se pudiera pensar en un primer momento. Y digo gobierno débil porque para llevar adelante buena parte de sus medidas no cuenta precisamente con el beneplácito de su propio partido, el republicano.
– Hay que tener en cuenta que las Bolsas mantienen la inercia alcista con Trump porque empezaron a descontar que sus medidas se implementarían en los sucesivos meses. Si la mitad de ellas no se han podido llevar a cabo, la sensación que ahora queda es que las siguientes (reforma fiscal e incremento de inversiones en infraestructura) puede ser que tampoco vean la luz.
– Es por ello que en mi artículo en Expansión hablaba de gestión de las expectativas, porque el fracaso de la reforma sanitaria en sí misma no afecta a los mercados, pero si los inversores comienzan a pensar que el resto de medidas discurrirán por semejantes derroteros, la cosa cambia y mucho, las expectativas se trucarían y las Bolsas caerían.
Ahora las miras se centran en la reforma fiscal, uno de los grandes objetivos de los republicanos, concretamente pretenden rebajar el impuesto de sociedades para que las grandes compañías no se vayan del país. La cuestión es que la teoría es una cosa y la práctica otra bien distinta y parece que a día de hoy no tiene muy claro cómo articular todo esto.