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Los escenarios peligrosos: Argelia

por The Oil Crash Hace 7 años
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Cuando Antonio se preguntó en uno de sus artículos si acabaríamos invadiendo Argelia, la mayoría nos lo tomamos como una licencia poética, o como una brillante alegoría de los riesgos que supone tener, a nuestras puertas, un país que reúne en su seno la mayor parte de los problemas que nos amenazan para el futuro.

No sé si la invasión propiamente dicha tendrá lugar, y menos aún en qué dirección, dada la virulencia de ese SIDA histórico que son los papanatas del humanitarismo cortoplacista, pero lo que está claro es que Argelia es uno de los escenarios más peligrosos a los que deberemos enfrentarnos en el futuro, además de Egipto y Nigeria, ya mencionados en artículos anteriores.

Sin más preámbulos, vamos a echarle un vistazo.

Nada más ver el mapa, ya nos damos cuenta de que pasa algo curioso:

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La distribución administrativa se creó para que todas las provincias tuviesen un peso similar en recursos y población, así que ya podemos hacernos una idea sobre cómo se distribuyen las personas, y por qué sólo una parte del país es realmente aprovechable mientras que el resto está ocupado por interminables desiertos.

Los datos de Argelia son, en cualquier caso, impresionantes: dos millones y medio de kilómetros cuadrados, aproximadamente cinco veces España, y cuarenta millones de habitantes.

Pero vamos con su historia, como suelo hacer en otros casos. No es una locura, como cuando hablamos de Egipto, pero también tiene bastante miga y resulta muy esclarecedora.

Argelia ha estado poblada por el pueblo bereber desde tiempos inmemoriales. En lugar de ponerme a describir a este pueblo, os pongo una foto de una chica bereber, y creo que con eso nos damos por apañados y queda más o menos clara su adscripción racial:

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Durante el primer milenio antes de Cristo, los bereberes desarrollan contactos con los fenicios y los egipcios, recibiendo fuertes influencias de su cultura. A partir del siglo III antes de Cristo, aparecen en las crónicas romanas bajo el nombre de Numidia y, con el tiempo, acaban convirtiéndose en una provincia romana. Tras la caída de Roma, el reino fue invadido por los Vándalos en el año 430. A principios del siglo VI, las tropas de Justiniano I expulsaron a los vándalos y recuperaron el reino para el Imperio Bizantino, que lo gobernó de manera precaria hasta la llegada de los árabes en el siglo VIII.

Tras la conquista árabe, buena parte de la población se mantiene cristiana y resiste al islam, pero poco a poco el país se convierte a la religión de Mahoma, aunque la influencia demográfica de los árabes es muy limitada.

Durante siglos, los futuros argelinos se hicieron famosos en las sucesivas guerras civiles de la zona, enviando fuertes contingentes armados en unas y otras direcciones para participar en estos conflictos. Su papel fue muy relevante durante casi trescientos años hasta que, tras la victoria cristiana en las Navas de Tolosa, con la consiguiente caída de almohades y almorávides, debieron replegarse primero de manera parcial y luego de manera definitiva, tras la conquista de Granada por los Reyes de Castilla y Aragón en 1492. El fin de su influencia en Europa supuso una fuerte crisis en los reinos bereberes.

Poco después, los europeos contraatacan: en 1501, los portugueses lanzan una expedición para conquistar Orán. Los bereberes resistieron. Cuatro años después, en 1505, la ciudad fue atacada por los españoles, que poco después la arrasaron provocando 6000 incendios. La ciudad se rindió y por manos del Cardenal Cisneros pasó a la corona Española. Un año después, los españoles toman al asalto Argel, lo que da inicio a una larga serie de guerras por el control del mediterráneo en las que también intervienen los turcos. En 1792 la ciudad resultó destruida por un terremoto, lo que puso fin a las guerras con los españoles.

En 1830 Francia tomó el relevo a España y comenzó a establecerse en los territorios costeros argelinos. La colonia fue ganando importancia hasta convertirse en una provincia francesa más. El proceso de colonización continúa hasta que en 1954 Francia se niega a descolonizar Argelia y comienza la guerra de la independencia, que finalizará con la independencia de Argelia, en 1962.

Tras la independencia, casi un millón de europeos abandonó el país, dejando al país sin médicos, técnicos ni profesionales cualificados. El proceso fue catastrófico para el país, que no había podido formar sus propias élites intelectuales. El desempleo llegó a alcanzar al 70% de la población. En ese momento, el país fue gobernado por el FLN, un partido socialista que se convirtió en partido único, nacionalizó las propiedades de los franceses e impuso un régimen laico, sin influencia religiosa alguna, que invitó a la mujer a quitarse el velo y participar en la vida pública. La aventura socialista concluyó en 1965 con un golpe de Estado.

La dictadura militar que siguió fue también de corte socialista, aunque más marcadamente nacionalista. Se le llama socialnacionalista porque nacionalsocialista está feo, pero viene a ser lo mismo. Centraron sus esfuerzos en la reforma agraria, la alfabetización del país, la mejora del sistema educativo, la liberación de la mujer de las costumbres arcaicas y el desarrollo de industrias e infraestructuras propias que permitiesen la independencia nacional de facto, y no sólo sobre el papel. Este régimen duró hasta 1978. A la muerte del presidente Houari Boumedianee, tomó el poder Chadli Bemndejdid, más cercano a Occidente y al libre mercado, y más preocupado por aumentar el nivel de vida de la población, pero ya en 1985 tuvo que enfrentarse a las dos peores amenazas del país: la explosión demográfica, que multiplicaba el desempleo, y los insuficientes ingresos petrolíferos.

Así comenzaron los disturbios en 1988 que condujeron a la desaparición del partido socialista único y a elecciones democráticas de 1990. ¿Y quién ganó las primeras elecciones democráticas? Los islamistas, que propugnaban el fin del aperturismo, el fin de los derechos de la mujer, etc.

Los partidos laicos no aceptaron la victoria de los islamistas y detuvieron a sus líderes lo que condujo al asesinato de varios líderes y a la guerra civil. Tras amplios enfrentamientos con miles de muertos, la situación pareció pacificarse con la elección en 1999 del presidente Abdelaziz Bouteflika, un hombre que, sin llegar a ser de consenso, consiguió reducir la magnitud de la guerra. Tanto esta elección, como las sucesivas reelecciones de 2004, 2009 y 2014 han estado siempre bajo permanente sospecha.

Situación actual:

Tras este recorrido por la historia argelina, le echamos un vistazo a la situación actual. Lo primero, para mí, es su evolución demográfica.

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En efecto, como podéis ver, antes de la guerra de la Independencia, Argelia contaba con apenas 10 millones de habitantes, de los que aproximadamente uno y medio eran franceses. Después de la guerra, que supuso la pérdida de un 10 % de la población autóctona y prácticamente toda la población extranjera, Argelia ha pasado de 10 millones de habitantes a los más de 40 millones con que cuenta actualmente.

Entre tanto:

Sus recursos no han crecido.
Sus pozos de petróleo no son más productivos.
Sus costas no producen más pescado.
Su territorio no es menos árido.
Su cohesión social no ha mejorado.

Así las cosas, las tensiones son inevitables, independientemente de quién los gobierne, cual sea su sistema político o qué medidas económicas se tomen.

Quizás el problema se aprecie mejor en una comparativa entre el crecimiento de su economía, el PIB, y el crecimiento de la riqueza per cápita, o sea la riqueza de la población.

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Como puede observarse, el crecimiento de su economía es robusto y constante, y aún así, el empobrecimiento de la población tampoco tiene freno, por mucho que algunos años parezca que crece la renta. Esto sucede, sobre todo, porque la población crece a mayor ritmo que la riqueza, algo absolutamente normal para alguien que esté mínimamente familiarizado con la ley de rendimientos marginales decrecientes.

La segunda razón, y ésta es contraintuitiva al ver la tabla, es que los crecimientos del PIB van a sectores que no se reparten homogéneamente y dependen, en su mayoría, de los precios de la energía, con lo que el pueblo soporta más el incremento poblacional de lo mucho que, de por sí, muestran los datos. A esto es a lo que se llama la maldición de los países exportadores de recursos naturales: necesitan un incremento de PIB muy superior para que esa riqueza llegue a la gente.

Y así pasamos a la gráfica del tema energético.

Copio y pego lo que decía Antonio: “la producción de gas argelino lleva ya mucho tiempo estancada y con cierta tendencia a la baja, y eso ya era así incluso cuando los precios internacionales del gas natural eran elevados. Básicamente, Argelia ha superado su peak natural gas.”

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“Como muestra la gráfica anterior, la producción no sólo no aumenta desde el año 2000, sino, como suele pasar en los países exportadores, el consumo interno ha ido subiendo como consecuencia de la progresiva industrialización (una vez superada la cruenta guerra civil de los años 90 del siglo pasado), lo que ha llevado a una caída sostenida de las exportaciones de gas.

Para acabar de agravar la situación en Argelia, la producción de petróleo ya hace mas de 10 años que superó su propio pico productivo, y de nuevo el aumento del consumo interno está favoreciendo un rápido decrecimiento de las exportaciones.”

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Desde las instancias públicas y privadas españolas y francesas (con la empresa Gas Natural a la cabeza, en el caso de España) existe una constatada dificultad en asimilar que lo que está pasando con la producción de hidrocarburos en Argelia es un fenómeno conocido que debe más a la geología y a la termodinámica que a razones económicas, políticas y sociales, y de ahí la creciente presión para que Argelia liberalice la explotación del petróleo y el gas natural. Si añadimos a la caída natural de la producción de hidrocarburos en Argelia los actuales bajos precios entenderemos que Argelia está ahora mismo situación económica muy delicada: la exportación de hidrocarburos representa más del 90% del total y también más del 90% de la renta nacional. En lo que va de año Argelia acumula un déficit comercial de 11.000 millones de dólares, a añadir a una cantidad similar el año pasado, mientras que el PIB de Argelia pasó de 213.000 millones de dólares en 2014 a 168.000 millones en 2015. Aunque el grado de endeudamiento de Argelia puede parecer envidiable visto con la perspectiva de los países occidentales, el país norteafricano no tiene las posibilidades de éstos para financiar sus déficits (pues en este mundo alguien tiene que producir para que los demás consuman) y eso está provocando unenrarecimiento de la escena política argelina que, a decir de algunos,recuerda a los años previos a la guerra civil que estalló en 1991.”

Regreso con mi propia voz. Además de por vagancia, que siempre cuenta, he querido reproducir un fragmento tan largo del artículo de AMT para recalcar que no estoy diciendo nada nuevo en este blog.

Conclusión:

Argelia es un escenario explosivo porque se ve afectado por la combinación de una serie de factores altamente explosivos. Cada uno de ellos, por sí mismo, podría resultar el detonante de un estallido. Unidos, multiplican la probabilidad de que la historia termine mal.
-1- Demografía descontrolada. Los que me leéis de vez en cuando ya sabéis que opino que Malthus tenía razón, aunque se equivocara en los plazos. Algo muy común en el movimiento peak oil, por cierto. Cuadruplicar la población en 50 años, en uno de los países más desérticos del mundo no puede terminar bien.

-2- Gravísimo problema energético. El país ha alcanzado ya el peak, sus intentos de desarrollo frenan sus exportaciones y no parece probable que aparezca de repente un recurso que venga a sustituir a los hidrocarburos como fuente nacional de riqueza.

-3- Problemas políticos. El presidente Bouteflika, que parece ser el único hombre de consenso disponible en estos momentos, lleva años postrado tras un derrame cerebral. Su estado de salud ha sido en las últimas fechas motivo de fuertes especulaciones y, además, tiene ya ochenta años. La carrera por su sucesión no va a ser fácil, ni en su facción, ni en las contrarias.

-4- Población joven, sin expectativas de mejora, pero con una tasa de desempleo aparente no muy alta para lo que son nuestros estándares. El desempleo está alrededor del 11%, pero esa cifra, sin casi ninguna cobertura social y con unas cifras de subempleo realmente aterradoras, hacen que cualquier subida en los precios de los productos básicos genere enormes tensiones.

-5- Clima. A pesar de las ya grandes dificultades para obtener una producción agrícola, Argelia es uno de los países que con más dureza podría sufrir los efectos perniciosos del cambio climático. A lo mejor es aquí procedente una gráfica que aportó Rafael Romero a nuestro foro:

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A mi juicio, esta gráfica es optimista, puesto que cuando se multiplica por cuatro la población, el agua disponible no se limita a dividirse por cuatro, sino que su mengua, por diversas razones, es mucho mayor.

Así las cosas, Argelia hubiese sido tras Egipto mi primer candidato a la desestabilización, pro todas las razones antedichas. Sin embargo, cuenta con un punto a su favor que no cabe desdeñar: su cercanía a Europa y la dependencia europea de sus exportaciones. Esto puede hacer que cuando los demás estén en las últimas, Argelia aún tenga los suficientes amigos, y lo bastante importantes (o asustados) para que las manos fuertes la mantengan a flote un tiempo más.

El tiempo dirá.


Javier Pérez


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