Cuando Rajoy llegó al poder, allá por finales de 2011, el gasto público consolidado de la Administración Central y de la Seguridad Social ascendía a 297.425 millones de euros. Fue en ese momento crítico en el que el Estado español se hallaba al borde de la bancarrota cuando el primer gobierno del PP se comprometió a equilibrar las muy desequilibradas cuentas del Reino mediante un recorte apreciable del gasto público. Así las cosas, en los presupuestos de 2012 se registraron algunas minoraciones de gasto —que en todo caso terminaron siendo muy insuficientes— que buscaban corregir nuestro déficit: en términos reales, los desembolsos consolidados de la Administración Central y de la Seguridad Social, excluyendo los gastos financieros, se contrajeron casi un 6%.
Sucede que esta rebaja del gasto público tenía más de operación de marketing presupuestario frente a la Unión Europea que de compromiso principial con un progresivo e imparable desarme de la hipertrofia estatal. De ahí que Rajoy optara por aplicar, en paralelo, una histórica subida de todos los impuestos y de ahí que, desde 2012, el PP haya decidido incrementar año tras año el gasto público: su misión era sacar del bache al sobredimensionado sector público para volver a cebarlo tan pronto como le fuera posible hacerlo.
En el siguiente gráfico representamos la evolución del gasto real la Administración Central del Estado y de la Seguridad Social, corrigiendo por inflación y excluyendo del mismo las partidas dirigidas a sufragar los intereses de la deuda y la financiación de los entes territoriales. Dicho de otro modo, el gráfico recoge cuánto están gastando en términos finales y reales aquellos niveles de la administración pública que dependen directamente del Ejecutivo del PP. Y es fácil observar cómo el gasto público dejó de reducirse en 2013 y cómo desde entonces se ha venido incrementando año tras año.
Gasto presupuestado del Estado central sin intereses ni financiación de las Administraciones Territoriales
(millones de euros 2017)
Fuente: Libro amarillo de los Presupuestos
Acaso lo más relevante, sin embargo, sea que para 2017 el gobierno central ha presupuestado gastar más de lo que lo hacía antes de que el PP llegara al poder: el gasto público proyectado para este año, descontando las partidas anteriores, asciende a 252.400 millones de euros, mientras que el de 2011 era de 251.400 millones de euros (en poder adquisitivo equivalente). Montoro, por primera vez, ha castigado a los españoles con un presupuesto mayor que el que recibió del manirroto Zapatero.
Si desagregamos partida por partida, lo que observamos es que la mayoría de rúbricas apenas experimentan reducciones apreciables del gasto entre 2011 y 2017 (salvo la de desempleo, como consecuencia de la caída del paro), mientras que el gasto en pensiones públicas sí se dispara. Dicho de otro modo, el gobierno central trata de compensar el enorme y continuado incremento de los desembolsos sociales manteniendo a raya el resto de gastos. En agregado, empero, el tamaño del Estado se expande y ya supera el nivel de 2011.
Variación del gasto real de la Administración Central del Estado
(millones de euros 2017)
Fuente: Libro amarillo de los Presupuestos
Quizá el único consuelo al respecto sea que en términos de PIB el gasto de 2017 todavía se ubica ocho décimas por debajo del de 2011: pero ello no quita para que, como decíamos, el volumen total de recursos manejado por Rajoy y sus cuates ya sea superior a aquel del que disponían cuando llegaron al poder. Es decir, el PP da por finiquitada la crisis en materia de gasto… pero no en materia de ingresos.
Y esa es la cuestión de fondo de la que deberíamos estar hablando: hemos regresado a los niveles de gasto público previos a los mini-recortes de Montoro pero no hemos regresado —ni vamos a regresar— a los niveles de impuestos previos a la apisonadora fiscal de Montoro. El Estado entró en la crisis con un tamaño sobredimensionado: una burbuja de gasto público inflada merced la recaudación exuberante e insostenible de los años previos. Y el Estado sale de la crisis conservando esencialmente su tamaño a costa de sablear con mucha mayor saña a los ciudadanos.
En definitiva, el PP no alcanzó el poder para desmantelar el Estado de Bienestar, tal como aseguran sus crítics: lo alcanzó para racionalizar y consolidar un Estado de Bienestar que en aquel entonces era insostenible. No vino a sepultarlo, sino a rescatarlo: aun cuando ello haya supuesto sepultar fiscalmente a los ciudadanos. Primero el Estado; después, la sociedad civil.