Mucho que decir acerca de la actual situación de Banco Popular. Vamos a tratar de explicar un poquito todo el tema para que se entienda perfectamente.
La agencia de calificación S&P rebajó un grado la nota de Banco Popular, pasando de B+ a B, con lo que baja otro peldaño dentro del concepto bono basura. De todas maneras, aquí no termina todo, ha colocado la perspectiva del banco en negativa, por lo que no se pueden descartar más recortes en los próximos meses.
El alto peso del ladrillo sigue siendo el gran lastre del banco,
Pero vayamos a lo que interesa al inversor. Este lunes tenemos la junta general de accionistas del Banco Popular, de carácter ordinario. En dicha junta se deberían de aprobar las cuentas del pasado ejercicio, un año nefasto para la entidad con pérdidas de casi 3.500 millones de euros, a lo que habría que sumar más dinero producto de las correcciones a las que llegó la propia auditoría interna. Y es que con el aterrizaje del nuevo presidente, Emilio Saracho, se activó una auditoría interna para ver los entresijos de la etapa de su antecesor en el cargo, Ángel Ron. El resultado lo dice todo: los ajustes en las cuentas ascienden a 428 millones de euros por una insuficiencia de provisiones de riesgo y de créditos dudosos. Las acciones cayeron tras hacerse público todo esto y prosiguieron con la dimisión del consejero delegado, Pedro Larena.
Claro que a tenor de todo esto no se podría descartar en absoluto que haya inversores que demanden a Popular ante los tribunales, de hecho ya tuvimos el antecedente con el caso de Bankia. En parte tiene su lógica, puesto que muchas personas suscribieron la ampliación de capital de mayo del pasado año porque confiaron en las cuentas presentadas, pero al comprobarse que no eran reales, la veda puede abrirse perfectamente.
A nadie escapa que la situación del banco español es bastante delicada, máxime si tenemos en cuenta tres aspectos cruciales:
El capital de la entidad estaría en torno al 11,7%-11,85%, cuando el objetivo es 11,35%.
Se podría pensar que la solución podría venir por una nueva ampliación de capital (irían cuatro desde el año 2012) pero realmente no sería viable. Tengan en cuenta que se estima que necesita entre 3.000 y 3.800 millones de euros, pero la legislación establece que únicamente se puede ampliar capital por un máximo del 50% de su capital social actual, con lo que si hacen números verán que hablaríamos de una cantidad a todas luces inservible.
Lo que sí se puede hacer, y es conveniente, sería vender aquellos negocios y filiales que no supongan un menoscabo para la propia entidad, como por ejemplo la filial estadounidense Total Bank o su firma especializada en tarjetas WiZink. De esta manera se lograría infraponderar la exposición a determinados activos de riesgo, a la vez que se obtendría dinero. Claro que con esta solución todo queda a expensa de la cuantía resultante, por lo que ahora mismo no se sabría si sería suficiente o no.
Llegados a este punto, seguro que a muchos inversores se les ha pasado por la cabeza la temida pregunta: ¿existen posibilidades reales de que el Banco Popular pudiese ser intervenido por el Banco de España? A día de hoy, y teniendo en consideración los datos que se conocen, considero que no.
Es más, es que realmente hay otra solución mucho más sencilla y beneficiosa para todos: la venta de Popular a otra entidad bancaria (opción descartada por el anterior presidente), entre las favoritas estarían Banco Santander, BBVA, Bankia, Caixabank. Y también habría que ver si el banco tiene más valor vendiéndose en bloque o bien vendiendo divisiones por separado.
Hace pocos días hemos conocido que BlackRock Institutional Trust Company apuesta por más caídas con una posición corta del 0,52%. De esta manera, las posiciones cortas totales superan el 11%, estando a tiro de piedra del máximo histórico (11,75%) que se alcanzó el mes de febrero.