La Comisión Nacional de los Mercados de Valores (CNMV) ultima Mifid2, que entrará en vigor el 3 de enero del 2018 de cara a supervisar de una manera más práctica y fiable el devenir de los mercados, así como proteger a los inversores, con especial hincapié a los pequeños.
Una lucha encarnecida es el tema de las negociaciones bursátiles de alta frecuencia por ordenador, cuestión que la Unión Europea también andaba detrás desde hace unos años, sobre todo a raíz del “flash crash” o derrumbe bursátil acaecido en los mercados norteamericanos el pasado año 2010, que se hundió un 9% en pocos segundos y en unos minutos volvió a recuperar un 9%.
Lo que se pretende es que las órdenes de compra y de venta sean válidas al menos durante medio segundo, sin poder cancelarse o modificarse durante dicho periodo de tiempo.
Y es que no es sencillo luchar contra este tipo de robots. La cuota de mercado de este tipo de operativa, que se lleva a cabo a través un algoritmo informatizado sin ninguna o muy poca intervención humana, oscilaba en el año 2012 en Europa entre el 35% y el 40% del volumen negociado.
Pero qué esto de las operaciones de alta frecuencia (High Frequency Trading)? Son muchas operaciones de compra y de venta con unos márgenes mínimos y con un volumen enorme. Las operaciones con programas de trading suponen casi el 50% de las operaciones bursátiles. En el mercado de divisas su presencia es aún más reciente, llegó en el año 2007 y ya supone el 25-30% del mercado.
En Estados Unidos está permitido que cuando se pone una operación de compra o de venta de acciones, antes de que la vean todos los intermediarios, se les ofrecen estas operaciones a ciertos clientes que pagan por ello. Los intermediarios que disponen de máquinas muy potentes aprovechan el hecho de tener las operaciones antes que nadie para analizar el mercado y ver qué ofertas de compra y venta hay abiertas. A partir del análisis de esa información, que dura milésimas de segundos, deciden comprar o vender y ganan muchísimo dinero con los pequeños márgenes de cada operación.
Cada una de esas máquinas rastrea permanentemente el mercado, analizando las diferentes plataformas de contratación, prácticamente a la velocidad de la luz. Su objetivo es encontrar tendencias en la evolución de los precios de los activos, o anormalidades en el mercado.
La Comisión Europea definió qué es la negociación algorítmica: es aquella que se desarrolla a través un algoritmo informatizado sin ninguna o muy poca intervención humana. La de alta frecuencia, que era un subtipo de la anterior, es la que además cumple una de las dos características siguientes.
Envío al menos de dos peticiones (compra, venta o anulación) por segundo sobre cualquier valor.
Un mínimo de cuatro por segundo respecto a todos los instrumentos financieros negociados.
Como pueden comprobar, este tipo de negociación no solo hace que haya clases y clases de inversores, sino que genera un incremento de volatilidad, muchas veces producto de errores, órdenes duplicadas, etc, que terminan por distorsionar la realidad del mercado en sí.
Como novedad, tendremos que se podrá imponer comisiones más elevadas para colocar órdenes que seguidamente son canceladas, así como a los intermediarios que utilicen los algoritmos de alta frecuencia. De hecho, quienes se aprovechen de este tipo de negociación estarán obligados a comunicarlo al máximo organismo y tendrán que registrar y levantar acta de todas las órdenes que transmitan.
Permítanme que me muestre pesimista, o al menos, escéptico ante todo esto. La tecnología siempre va por delante de las normativas, generalmente se tiende a regular tras producirse un hecho, pocas veces se puede anticipar y revertir el orden natural. Por tanto, si finalmente se puede poner coto a estas prácticas, seguramente más pronto que tarde surjan nuevos medios para continuar con ventajas.