El escenario en el nuevo año para los ahorradores o inversores más conservadores es poco halagüeño: o se está dispuesto a asumir riesgo, o la rentabilidad obtenida será pírrica.
Con los tipos de interés marcados por el BCE en mínimos históricos, el Euribor en niveles en torno al 0,5%, y tras la limitación de la remuneración de los depósitos por parte del Banco de España, la rentabilidad de los depósitos permanecerá durante tiempo en niveles muy bajos. Por su parte, el activo considerado como "libre de riesgo", las Letras del Tesoro, ni siquiera llega al 1% de rentabilidad.
El buen comportamiento de las inversiones en renta fija en los últimos años imposibilita que los retornos obtenidos en 2014 puedan ser similares a los obtenidos en los últimos años, asumiéndose además un claro riesgo de pérdida. Nunca fue más cierta la advertencia: rentabilidades pasadas no presuponen rentabilidades futuras.
La denominación de renta fija de bonos y obligaciones puede llevar a engaño a los inversores menos avezados. La renta fija sólo es tal a vencimiento. Durante la vida de cualquier bono su valoración diaria puede ocasionar beneficios o pérdidas latentes a sus tenedores. Cuando los tipos de interés en el mercado bajan, como ha ocurrido de forma ininterrumpida desde julio de 2012, el precio de los bonos sube. Por el contrario, si los tipos de interés suben, el precio de los bonos cae. Desde los niveles actuales el margen de descenso de los tipos de interés y, por tanto, de subida de los precios de la renta fija es muy escaso. El magnífico comportamiento de la renta fija en los últimos años se ha debido, en gran medida, a la constante caída de tipos, con la consiguiente subida de precios de los bonos.
Quien adquiera renta fija de forma directa deberá hacerlo pensando en mantener sus posiciones a vencimiento, estando dispuesto a ignorar las previsibles caídas latentes en valoración durante la vida de los bonos. Salvo impago del emisor, el bonista cobrará el cupón periódico y recuperará la totalidad de la inversión a vencimiento. Ahora bien, si deseara vender los bonos antes de su vencimiento y los tipos suben, incurriría en pérdidas.
La inversión en fondos de inversión de renta fija en un escenario como el previsto para 2014 puede no ser adecuada para la gran mayoría de inversores muy conservadores. En el caso de fondos de inversión de renta fija a corto plazo, los bajos tipos de interés actuales hacen que la cuantía de la comisión del fondo condicione en gran medida la rentabilidad final obtenida. Por otro lado, si los fondos de inversión de renta fija invierten en bonos de plazos más largos, el riesgo de pérdidas latentes es significativo y no despreciable, si los tipos comienzan a repuntar. Los fondos están obligados a valorar diariamente toda su cartera a precio de mercado, reflejándose en el valor liquidativo diario la subida o bajada de la valoración de todos sus activos. A modo de ejemplo, el bono alemán a diez años ofrecía en mayo pasado una rentabilidad del 1,16%. Quien lo adquiriera entonces, a día de hoy tendría una pérdida latente del 5,2%, debido a la subida de la rentabilidad del bund.
Lo acontecido en 1994 en los fondos de inversión de renta fija es un aviso de lo que podría suceder en 2014. Hace ahora dos décadas, se produjo la primera gran crisis de los fondos de renta fija, con pérdidas considerables. En dicho año 170 de 250 fondos de inversión de renta fija registraron rentabilidades negativas. La subida de los tipos de interés de las emisiones de deuda pública en más de 400 puntos básicos ocasionó pérdidas generalizadas. Muchos ahorradores e inversores conservadores no podían entender que un producto que se denominaba de "renta fija" pudiera ocasionar pérdidas.
La historia tiende a repetirse. Desde los actuales niveles de tipos de interés de la gran mayoría de la renta fija, el riesgo de caídas en la valoración de muchos fondos de renta fija puede no compensar el riesgo asumido.
La política de los bancos centrales de mantener artificialmente bajos los tipos de interés durante mucho tiempo perjudica a los ahorradores y obliga a asumir riesgos si se desea lograr algo de rentabilidad. La obtención de rentabilidad en 2014 pasa necesariamente por la asunción de riesgos. Quien no desee asumir riesgos, tampoco debería esperar obtener rentabilidades similares a las de los dos últimos años.