Miren este gráfico…
Al final, tipos de interés reales a largo plazo nulos o negativos.
¿Por qué? La respuesta más simple se refiere a la relación oferta/demanda. Y todo nos lleva a pensar que hay más demanda que oferta en los mercados de renta fija. Especialmente en el caso de la deuda pública. Un ejemplo: de acuerdo con los datos de Citi, durante la última semana más de 4,4 bn. $ entraron en fondos de renta fija a nivel global. Es cierto que se doblaron las compras de fondos durante la misma semana en renta variable. Al final, hay liquidez para cualquier tipo de activo.
Pero, probablemente no es solo una cuestión de demanda. Incluso no solo de demanda de los bancos centrales, aunque es francamente complicado aislar el efecto de los QEs en los mercados de renta fija.
Miren ahora estos otros dos gráficos….
Todos hemos perdido con la crisis. Y no sólo se ha roto la tendencia del ritmo de crecimiento como también se ha deteriorado el ritmo de crecimiento potencial. Este depende de tres factores: demografía, productividad e inversión. La OCDE estima que las crisis suponen un descenso del crecimiento potencial promedio de 1,5 puntos. Sinceramente, en mi opinión es francamente complicado llegar a un consenso sobre un impacto (negativo) promedio. Y especialmente en la zona Euro, donde como vemos en el segundo gráfico anterior las discrepancias en la evolución del PIB por países ha sido tan marcada.
Con todo, parece casi obligado preguntarse si la caída de los tipos de interés a medio y largo plazo responde a un deterioro del ritmo de crecimiento potencial.
¿Y dependen de las expectativas de inflación? Veamos ahora estos otros dos gráficos…
Pero, ¿no supondría el cierre del output-gap una advertencia de los riesgos de inflación a futuro? O quizás, simplemente, de los menores riesgos de deflación.
Y sin embargo, la mejora en las expectativas de crecimiento, el menor riesgo de deflación y hasta los indicios, es cierto que limitados por el momento, apenas se están reflejando en los tipos de interés a medio y largo plazo. Interesante. Pero también inquietante.