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Vender cuando otros compran, comprar cuando otros venden

Alejandro Varela de Renta 4
por Renta 4 Hace 7 años
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Esta máxima, popularizada también por su semejanza con una de las reglas básicas del afamado inversor Warren Buffet, constituye una de las enseñanzas de las técnicas denominadas de “inversión contraria”.

Vaya por delante que no existe ni una sola verdad absoluta en lo que a técnicas de inversión se refiere y, precisamente esto, es lo que hace grandes a los mercados. Cada gestor y/o analista utiliza sus propias técnicas, vigila sus propios indicadores, hace sus propias estimaciones e hipótesis, obteniendo resultados distintos e incluso en algunas ocasiones opiniones diametralmente opuestas.

Por esta razón nunca hay que invertir basando nuestras decisiones en una única regla, ni debemos establecer conclusiones sobre dónde poner nuestro dinero utilizando una única herramienta. Sin embargo, he de reconocer que la frase que da título a este artículo, ha sido a menudo aplicada para obtener los resultados de mayor éxito en el mundo financiero a lo largo de los tiempos.

Las emociones y sentimientos humanos juegan diariamente un papel fundamental en la formación de precios en los mercados de acciones y bonos. El pánico a sufrir mayores pérdidas suele desatar órdenes de venta irracionales, así como la ofuscación que produce la avaricia, induce a llevar a cabo inversiones a precios que resultan absurdos e injustificados cuando se vuelven a sopesar con la frialdad de los números. Recordar la forma en que a veces actúan los inversores es útil y nos servirá para tomar una ventaja crucial en nuestras decisiones de inversión y sobre todo para evitar grandes sustos.

Hay multitud de ejemplos para ilustrar esta cuestión. Desde la gran crisis financiera, probablemente el ejemplo más paradigmático de burbuja financiera y real, hasta pequeños ejemplos concretos donde los inversores simplemente por unas pocas horas se desprenden de sus acciones a cualquier precio, al calor de una noticia cuyo impacto real a largo plazo ni siquiera conocen.

Por dos veces y en dos años muy distintos, por ejemplo, los títulos de Amadeus, una de las compañías más seguras y rentables por ser líder en el sector de la distribución de reservas para el transporte aéreo, han visto caer sus acciones de forma abultada al conocerse la noticia de que algunas aerolíneas van a intentar potenciar la desintermediación en la venta de billetes. Las acciones recuperaron terreno a la siguiente sesión para seguir una senda ascendente gradual e implacable.

El mercado de bonos tampoco es ajeno a estos comportamientos. La crisis de banco Popular ha provocado caídas de precio por efecto contagio en otros títulos del sector financiero de las categorías de mayor subordinación. Sin embargo, el desastroso resultado para los accionistas y bonistas del “Popu” no es extrapolable, o al menos no de forma idéntica, a otros bancos. Los inversores que han sido capaces de analizar el comportamiento del mercado con mayor frialdad han aprovechado para adquirir papel muy rentable con suculentos descuentos.

Aplicar las enseñanzas de la filosofía de inversión contraria, resulta más rentable cuanto mayor es la escala del desafío. Empresas en serias dificultades por cuestiones transitorias (Repsol estuvo por debajo de 8 euros por acción en 2016 debido a los bajos precios del crudo, ahora están casi al doble) o dinámicas de precios exageradamente imparables por la “locura” persistente de los inversores (quién no ha oído hablar de Terra, etc…) son otros escenarios donde los inversores han podido hacer excelentes inversiones o evitar enormes pérdidas.

En la actualidad, la actuación de los bancos centrales con su política de tipos cero (y quien dice cero, dice negativos) está empujando a determinados grupos de inversores, especialmente a los más conservadores a efectuar inversiones que en circunstancias normales no harían, tomando cada vez mayores dosis de riesgo para obtener alguna mínimas rentabilidades. Este es un juego peligroso que podría pasar una elevada factura si el escenario cambia de forma súbita. Y la experiencia nos dice que a veces esto ocurre y nada debe darse por descartado.

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Los diferenciales de los bonos basura globales cotizan en zonas de mínimos, por lo que el riesgo de dolorosas correcciones en los precios de dicha deuda es más que evidente. La volatilidad de la renta variable también ha bajado hasta zonas nunca antes conocidas, acompañando así a los mercados que rebasan sus máximos históricos. Independientemente de lo que tarde en producirse un incremento de la volatilidad, esta vendrá acompañada de descensos en las bolsas ¿Cuándo ocurrirá? nadie lo sabe.

Sin embargo, con todos los matices pertinentes y a sabiendas de que no se trata de un principio universal que haya que tomar a pies juntillas -ninguno lo es- no conviene que olvidemos que en no pocas ocasiones el comportamiento de la masa y el sentido de sus inversiones no es el correcto.

Original de Cinco Días


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