Al final, siempre aparece alguien o algo que te amarga la fiesta. Y normalmente ese "algo o alguien" suelen ser los bancos centrales cuando hablamos de los mercados. Pero, realmente, en este caso no debería ser una decisión inesperada. Y mucho menos es novedosa. La Fed lleva desde el mes de mayo amagando con reducir las compras mensuales de deuda. Aunque la experiencia de los finales del QE1 y QE2 no fueron muy agradables para los mercados financieros. Pero, sabiendo esto....¿por qué la Fed pretende generar problemas con su decisión?.
Mucho tiempo atrás una persona con autoridad me hizo la pregunta que constituye el título de esta nota, referida precisamente a la fiscalidad sobre la vivienda. Mi inquietud se centraba precisamente en eso: que todo iba excesivamente bien, en velocidad e intensidad. Su respuesta-pregunta me dio que pensar. Sí, realmente la clase política no entiende en ocasiones que es preciso tomar medidas ahora antes de que se conviertan en riesgos no controlables en el futuro. En aquel momento, la burbuja de precios y excesivo stock de viviendas que la misma autoridad confundió en algún momento con inversión productiva. Ahora, en el caso de la Fed, el riesgo a valorar son excesos de precios de los activos, mala gestión de los recursos financieros y al final un deterioro de las perspectivas de los agentes económicos (e inversores...son los mismos).
En definitiva, no se trata de aplicar el Taper porque sea urgente retirar liquidez; se trata de aplicarlo para reducir la inyección de liquidez nueva en el mercado. Nadie habla, todavía, de iniciar la retirada de liquidez o de subir los tipos de interés oficiales. Pero los tipos de interés de la deuda podrían subir ante:
1. menos demanda de papel desde la Fed;
2. búsqueda por los inversores de activos alternativos;
3. mejora de las perspectivas económicas.
La cuestión entonces no es tanto que la Fed vaya reduciendo las compras de deuda como cuánto pueden subir los tipos de interés de la deuda como consecuencia de su normalización. Limitar la subida de los tipos de interés a plazo, afianzando el forward guidance o simplemente actualizando los objetivos de inflación/desempleo o introduciendo un nuevo objetivo de crecimiento nominal, es fundamental. Lo será a partir de ahora.
Simplemente, no es necesario más dinero. La economía norteamericana crece a un ritmo próximo a su potencial, apoyada en un elevado ritmo de crecimiento del consumo privado, elevada inversión residencial e incipiente inversión productiva. La inflación ha dejado de caer, aunque se mantiene en niveles bajos; es cierto que la tasa de actividad ha caído a niveles de los años setenta, pero también lo es que el empleo crece a ritmos elevados de 200 m. personas al mes. Y los precios de los activos financieros se mantienen en niveles boyantes, que algunos consideran demasiado ajustados a su valor real. ¿Por qué seguir inyectando dinero al mismo ritmo que en situaciones pasadas consideradas al límite financiero y económico? ¿para que los mercados sigan subiendo? Quizás si esta última es la única respuesta, la necesidad de comenzar a reducir la inyección de liquidez es más urgente de lo que pensaba.
Por primera vez en mucho tiempo, años quizás, hay una cierta coincidencia entre autoridades, analistas y economistas en que el futuro económico mundial sí será mejor que el actual. La mejora en el crecimiento ha tenido varias detonantes:
1. mejora en las condiciones financieras;
2. cambio hacia la neutralidad en las políticas fiscales desde la austeridad anterior;
3. mejora de los flujos de comercio internacional;
4. ajuste, en mayor o menor medida, en las cifras de deuda (privada) a nivel mundial;
5. recuperación cíclica. Admitirán que, considerando todos los factores anteriores, el último es el que mantiene el impulso en la recuperación a corto plazo mientras los dos primeros lo soportan.
Pero, son el tercero y cuarto los que ofrecen más indicios de que la recuperación ahora incipiente se puede convertir en algo sostenible en el futuro.
Claro que para que esto ocurra es imprescindible:
1. una mejora en las cifras de crecimiento potencial de las economías;
2. que el ajuste de las cifras de deuda se extienda a la deuda pública;
3. que los bancos centrales con su actuación no creen nuevos excesos y problemas en el futuro.
La política monetaria expansiva ofrece un tiempo precioso para tomar medidas estructurales y proceder a un ajuste ordenado de las finanzas públicas. El Taper no significa que la política monetaria deje de ser expansiva, ni mucho menos (el balanza de la Fed no se reducirá a corto plazo; probablemente tampoco lo hará de forma importante a medio plazo). Pero sí incorporará un elemento de riesgo en los mercados, al final una mayor volatilidad, que facilitará su normalización. Las bolsas probablemente acabarán subiendo de la mano de una mejora en los fundamentos macro y de la aún elevada liquidez existente, pesando con fuerza el primer punto. Su apreciación este año, buen año, se ha debido especialmente al segundo.