Con este mismo título figura un artículo en la última revista mensual del FMI. Les dejo aquí la introducción del artículo en cuestión:
Para los jóvenes de hoy, el futuro laboral quizá sea más incierto que nunca. La confluencia de dos fuerzas digitales cambiará drásticamente el lugar de trabajo del mañana, provocando una fuerte reducción de la relación tradicional empleador-empleado. Las nuevas plataformas permiten que la actividad económica se organice en formas que desplazan mucho de lo que tradicionalmente hacían los trabajadores a tiempo completo dentro de una organización hacia una multitud de emprendedores individuales y trabajadores por encargo (on-demand). El resultado es una economía basada cada vez más en una relación de corto plazo con trabajadores independientes antes que en el empleo a tiempo completo.
A la vez, la inteligencia artificial y las tecnologías robotizadas cumplen cada vez mejor las tareas cognitivas y físicas que conforman gran parte del trabajo actual, lo que presagia la automatización de actividades humanas complejas, como conducir un vehículo o administrar un proyecto, y altera una variedad de ocupaciones como la abogacía, la consultoría, el comercio minorista y el transporte.
La digitalización y automatización del trabajo. Son los dos temas recurrentes a los que se enfrenta la sociedad. Y los bancos, como parte de la sociedad, los incorporan de forma prioritaria a la hora de plantear sus estrategias a futuro. Un futuro que por naturaleza es incierto. Aunque la preparación, la mejor educación en el caso del empleo, sin duda permite reducir esta incertidumbre.
De esta forma, la educación permitirá contemplar el futuro como una oportunidad. Así lo consideran también los bancos. Por ejemplo, con el avance tecnológico. Los bancos ven el desarrollo digital como una oportunidad. Es una oportunidad para replantearse su estructura actual: no se trata de adaptarla al entorno digital como de ver su coherencia bajo un entorno de banca abierta. El cliente será el centro de esta nueva estrategia, entre otras cosas porque el cliente es el que tendrá toda la información para decidir. La interacción entre cliente y banco, siempre importante, se hará probablemente más recurrente. La información, la transparencia responsable entre ambas partes, será la base en esta relación. Sin duda la digitalización es una oportunidad para encontrar una mayor eficiencia en el servicio al cliente.
Se ha puesto de moda el término de banca cognitiva. Considerando que cognitivo es sinónimo de conocimiento, solo resta deducir que la banca cognitiva tiene mucho que ver con la inteligencia artificial aplicada al negocio de los bancos. Sesudos análisis apuntalan esta conclusión, a medio plazo. Pero lo cierto es que el avance tecnológico no hace el trabajo humano obsoleto. De nuevo la educación, la continua formación, será fundamental para que el empleado bancario siga aportando valor como ya lo hace a las demandas de servicio del cliente.
La educación por tanto es clave para adaptarse a las oportunidades que ofrecen las nuevas tecnologías. Una educación abierta que debe primar tanto los conocimientos como las competencias, al mismo tiempo que incentiva las actitudes. Entre los conocimientos deben incorporarse los de tipo financiero, algo que desde los bancos pedimos de forma persistente. Dentro de las competencias, sin duda el pensamiento crítico y la resolución de problemas. Entre las actitudes me quedo con la iniciativa, la constancia y la capacidad de adaptación. Todo ello nos permitirá prepararnos para ese futuro prometedor que todos estamos desarrollando.