La caída del petróleo sigue siendo un hecho que preocupa, y mucho, a los inversores. Parecería un contrasentido. Un descenso en el precio de esta materia prima supone menores costes energéticos para empresas y países, que repercuten sensiblemente en los costes de producción, e incrementan los márgenes de beneficio. Por ahí todo bien. Ahora bien, si la caída del petróleo es excesiva, supondría un riesgo para los beneficios del sector energético a nivel global, de sectores relacionados, y para la salud financiera de los principales países productores. En el largo plazo, los beneficios de unos costes energéticos bajos son superiores a los perjuicios. En el corto plazo, no podría ser así.
¿Pero que podríamos considerar como una caída excesiva? Algunos analistas hablan de precios por debajo de la barrera de los 40 dólares. ¿Es esto posible? Según Goldman Sachs sí.
Recientemente estos analistas sacaban una nota a clientes en los que señalaban que los precios del petróleo podrían caer pronto por debajo de los 40 dólares si los inversores no obtienen un catalizador claro que los lleve a comprar de nuevo la materia prima.
Los precios del petróleo no se estabilizarán hasta que los inversores vean al menos una de estas dos cosas: Una mayor intervención de la OPEP, o una caída constante en las existencias del crudo estadounidense y el número de plataformas que operan en los campos americanos, afirma Goldman.
“Un fracaso en la materialización de estos cambios, podría empujar los precios por debajo de los 40 dólares barril”, añaden.
Goldman Sachs no cree que estas caídas se produzcan de forma precipitada, ya que no estarían motivadas por problemas de almacenamiento como el años pasado, “sería la búsqueda de un nuevo equilibrio”.
"Seguimos creyendo que hay otra oportunidad para que la OPEP aumente los recortes de producción, pero esta vez debería hacerse de una manera impactante y temerosa", dijo Goldman.
De cualquier forma Goldman destaca aspectos positivos en el escenario energético actual. La semana pasada las existencias de crudo cayeron en 6,3 millones de barriles, lo que es una cifra históricamente alta. Por otro lado, en junio se registraron descensos en los inventarios estadounidenses, japoneses, de Singapur y en varios países europeos por encima de los niveles promedio.
También hay aspectos negativos, como es la creciente producción en países como Libia y Nigeria, o el creciente número de plataformas de extracción estadounidense.
Independientemente de estos factores a favor y en contra de los precios energéticos, para que se produzca una subida sostenida que tranquilice a la industria, a los países productores y a los mercados, se necesitará o bien que la caída de los inventarios sea más generalizada, o bien que la OPEP tome medidas más decisivas. Por ahora, ambas cosas parecen estar muy lejos de producirse.