A muchos inversores les cuesta realmente meter en la misma ecuación dos variables o elementos como son ética y beneficio, ya que lo consideran como cuestiones diferentes e incluso opuestas, pero la realidad es bien diferente, como lo demuestran la Inversión Socialmente Responsable (ISR).Esta peculiar tipología de inversión valora mucho las prácticas de buen gobierno, así como el impacto ambiental y social de las compañías en las que deposita el dinero de los inversores.

Digamos que la inversión socialmente responsable (ISR) es aquella inversión que a la hora de tomar una decisión de inversión tiene en cuenta criterios financieros (rentabilidad/riesgo) y criterios no financieros (medioambientales, sociales y de buen gobierno corporativo).

Tressis explica muy bien el origen de este tipo de inversión socialmente responsable: aparecer en el siglo XVIII cuando grupos religiosos se negaron a invertir en negocios relacionados con la esclavitud, el tabaco o el alcohol. En la década de los 60 tiene una fase de expansión importante con el rechazo frontal a la guerra de Vietnam y el movimiento a favor de los derechos civiles en Estados Unidos, surgiendo el fondo Pax World en el año 1971. En la década de los 80 con el apartheid de Sudáfrica se originó el Stewardship Pension Fund en el Reino Unido (año 1984).

Un último ejemplo reciente de la buena salud de este tipo de fondos son los bonos verdes, que están ligados a la financiación de proyectos ecológicos.