Una de las alternativas que más apoyo está recibiendo es la de los depósitos estructurados, cuyo principal atractivo radica, por supuesto, en la alta rentabilidad con la que son promocionados.
La cuestión que debes preguntarte es si dicha rentabilidad está condicionada de alguna manera y, de ser así, cuáles son las condiciones que se deben cumplir para obtener la remuneración prometida.
En primer lugar, lo primero que debes tener claro es que los depósitos estructurados no son el mismo producto que los depósitos a plazo fijo convencionales.
Obviamente, al tratarse de un depósito, el capital aportado va a quedar retenido durante un plazo específico de tiempo, para después serte devuelto de forma íntegra. Hasta aquí, no hay diferencia alguna con cualquier otra imposición a plazo. La clave, sin embargo, radica en la forma en la que se genera la rentabilidad conseguida.
En el caso de los depósitos estructurados, parte o la totalidad de dicha rentabilidad está vinculada a la evolución de un determinado índice bursátil, paquete de valores o cualquier otro activo semejante, el cual actuará como “subyacente”
Además, puede darse el caso de que parte de la rentabilidad quede vinculada con fenómenos que nada tienen que ver con la evolución de la bolsa o el interés oficial del dinero; sino, por ejemplo, con resultados deportivos. Lo cierto es que este tipo de maniobra comercial resulta bastante cuestionable y acerca los depósitos estructurados más al ámbito del juego que al del ahorro o la inversión.
Por otra parte, y al contrario de lo que cabría pensar, la rentabilidad obtenida finalmente no es resultado directo de la evolución del subyacente bursátil escogido.
Los contratos emitidos por las entidades bancarias incluyen una serie de condiciones tales como la medición mensual, trimestral, semestral o anual de la rentabilidad, con el propósito último de determinar un valor medio de la rentabilidad obtenida a lo largo de todo el periodo de duración del depósito. En otras ocasiones, no obstante, es posible que se tome como referencia la cifra de revalorización y devaluación del subyacente en el momento del vencimiento del depósito.
Además, es frecuente que la atribución de determinada rentabilidad esté condicionada al hecho de que sean todos los valores del paquete bursátil los que hayan experimentado una determinada revalorización; lo cual hace que las probabilidades de conseguir dicha rentabilidad disminuyan.
Por último, no debes olvidar que los depósitos estructurados también suelen contar con límites al alza del subyacente, de forma que, una vez alcanzado dicho límite, la remuneración entregada al cliente seguirá siendo la misma, con independencia de que el valor bursátil en cuestión haya conseguido una mayor revalorización.
Uno de los aspectos que más contraste genera entre los depósitos estructurados y los depósitos convencionales es la duración de los primeros. Por regla general, se trata de imposiciones por plazos que rondan entre 3 y 5 años. El propósito no es otro que posibilitar que la evolución bursátil tenga un impacto significativo, algo que sería mucho más improbable en el caso de los depósitos con una duración inferior.
Si estás pensando en contratar un depósito estructurado debes tener en cuenta no sólo el tiempo que vas a tener retenido tu capital, sino también el momento del ciclo económico de los países y negocios a cuyos valores está vinculada la rentabilidad del depósito.
Si se está saliendo de un ciclo a la baja o de un periodo de crisis económica, es posible que la evolución de la bolsa se muy favorable y se cumplan las condiciones establecidas en el contrato.
Por el contrario, si la bolsa lleva tiempo en un movimiento alcista y los valores están claramente sobre-comprados, entonces estás asumiendo un compromiso que difícilmente llegará a generar la rentabilidad sugerida en el contrato.
Otro de los problemas de los depósitos estructurados radica en las condiciones establecidas para rescatar el capital de manera anticipada. En ocasiones, es posible que la se aplique una penalización que genere pérdidas sobre dicho capital.
Por ese motivo, es imprescindible conocer a la perfección las condiciones contractuales y destinar únicamente aquella liquidez de la que realmente podamos prescindir durante todo el plazo que dure el depósito.
Afortunadamente, algunos depósitos estructurados prevén lo que se conoce como ventanas de liquidez, a través de las cuales es posible cancelar parte o la totalidad del depósito en momentos señalados de la vida del mismo, sin sufrir penalización alguna.
Debido a que la rentabilidad de los depósitos estructurados está vinculada a la evolución bursátil, las entidades bancarias no están obligadas a publicar una TAE específica. Después de todo, no se están comprometiendo a entregar una cifra concreta de intereses.
No obstante, eso no les impide informar de lo que se conoce como cupones, cuya rentabilidad no equivale a la TAE, ni tampoco está garantizada. En su lugar, suele condicionarse al cumplimiento de una combinación de revalorizaciones bursátiles simultáneas.
Los depósitos estructurados suelen ofrecer algún tipo de rentabilidad fija, la cual se genera mediante la aplicación de un interés durante parte del plazo total de los mismos. A menudo, se trata de un plazo inicial bastante breve.
Una de las prácticas más cuestionables es la de establecer una TIN relativamente elevada, y darle una gran publicidad. Al aplicarla a un plazo muy corto, el impacto que este interés fijo tiene sobre la rentabilidad final es poco significativo.
Un cliente poco experimentado puede tener la falsa impresión de que está contratando un depósito de alta rentabilidad fija, cuando lo cierto es que se trata de un producto de renta variable a largo plazo.