¡Al suelo, que vienen los nuestros!, es una frase mítica que se le atribuye a Pío Cabanillas y que me vino a la cabeza cuando vi la última encuesta de la Universidad de Michigan.

Según este sondeo, los consumidores estadounidenses mostraron una 65% de probabilidad de que los precios de las acciones aumentarán el próximo año. Este el máximo desde que se inició la elaboración de esta encuesta en 2002.

Este dato de confianza consumidora en el mercado de valores coincide con otros indicadores de posicionamiento y sentimiento inversor. El resumen que podríamos hacer sería que los inversores particulares tienen una extraordinaria confianza en que el mercado de acciones lo haga bien el próximo año.

La confianza a la que hacíamos antes referencia se apoya en el hecho de que las acciones lo han hecho bien en la primera parte del año, y las posiciones de los inversores particulares han registrado fuertes beneficios. Pero la extrapolación de este buen desempeño pasado al futuro puede ser muy peligrosa. De hecho, este tipo de indicadores de sentimiento tienen un fuerte valor predictivo cuando las lecturas son extremas, como las actuales, pero en sentido contrario. Es decir, cuanto más optimista son los inversores particulares sobre el futuro, peor comportamiento tienen las bolsas, y al contrario.

David Ronsberg, economista jefe de Gluskin Sheff, lo resumen muy bien: “Para una comunidad de inversión que normalmente vive en el momento y extrapola la experiencia más reciente en el futuro, habría que decirles que el pico de confianza y el pico de los precios de mercado tienden a coincidir entre sí”.