Hoy ha comenzado en China el 19º Congreso del Partido Comunista Chino (PCCh). Un Evento cada cinco años donde se marcan las pautas que seguirán las autoridades chinas en diferentes campos en el futuro próximo. Esta agenda económica, política y social atrae la atención del mundo, dados los importantes retos económicos y políticos a los que nos enfrentamos a nivel global. Pero también retos financieros.
La semana pasada el Banco de España publicó una interesante nota titulada “los desequilibrios económicos de China y el papel del sector financiero”
En la nota del Banco de España no sólo se advierte de los riesgos económicos desde China (especialmente sobreinversión), como también de los derivados del sector financiero chino centrados en lo que se denomina como banca en la sombra.
Siempre según el Banco de España, las circunstancias que propiciaron la expansión del sector financiero no bancario en China fueron: 1. Una expansión del crédito, en muchos casos poco rentable; 2. Una demanda creciente de financiación para continuar proyectos de infraestructura iniciados en 2009; 3. Unas necesidades crecientes de refinanciación de los VFGL, al ir venciendo los préstamos bancarios; 4. Un sector de empresas públicas que opera en regímenes de competencia distorsionados y orientados a cumplir objetivos estratégicos y no tanto comerciales; 5. La búsqueda de mayor rentabilidad por parte de los inversores, en un entorno de tipos de interés bajos y regbulados, en particular los depósitos; 6. Una fuerte competencia entre los bancos, sobre todo pequeños y medianos, para atraer los depósitos de clientes; 7. Posibilidades de arbitraje regulatorio entre el sector bancario formal y el sector bancario en la sombra, debido a los límites legales para la expansión de activos en sectores económicos de destino de las inversiones de los bancos; 8. Una (parcial) desregulación del sector bancario en la sombra.
Los riesgos derivados de este fuerte crecimiento (y elevado peso) de la banca en la sombra en China se centran en riesgos de crédito y financiación, al mismo tiempo que los riesgos que se derivan de su estructura, prociclicidad y contagio al sector financiero bancario. Al final riesgos de apalancamiento y asimetría entre activo/pasivos como también de excesos en los mercados financieros. Pero también riesgos en términos regulatorios y transparencia. La relación entre el sector bancario tradicional y la banca en la sombra en China se estiman entre un 10/15 % del activo y pasivo del primero.
Naturalmente, es difícil extrapolar el origen de los riesgos financieros en China al resto del mundo. Y especialmente a los países desarrollados. Pero, sin embargo, ya es habitual que nuestras autoridades también alerten sobre el fuerte crecimiento del sector financiero no bancario. De forma reciente lo ha hecho el BIS, lo repite el FMI y en Europa también hemos escuchado advertencias desde el BCE. El propio Draghi hace dos semanas. Ayer mismo fue el Vicepresidente del BCE: “a growing fraction of credit intermediation is conducted by non bank financial institutions. Their risks are essentially related to maturity mismatch or leverage. However, the current european macrorprudential toolkit grants regulatory authorities limited possibilities to act on these risks in the non-banking sector. Europe should thus expand the toolkit to cover these risk areas”.
La regulación y supervisión en Europa ha perseguido tres objetivos: solvencia, resolución y protección al consumidor. Una política monetaria expansiva llevada al límite también ha conllevado una enorme presión sobre la estrategia bancaria tradicional de financiar y manejar el riesgo de curva de tipos. Pero, en paralelo, unas condiciones financieras laxas y la existencia de lagunas regulatorias ha facilitado el crecimiento del otro sector financiero no bancario. Ahora las autoridades internacionales y europeas simplemente alertan de los potenciales riesgos que pueden generarse en el futuro derivada de la banca en la sombra y de los mercados mayoristas. Y riesgos adicionales para la estabilidad del sector bancario tradicional, fundamental para financiar el crecimiento económico en familias y empresas.