Uno de los graves problemas que tenemos en este país es que la inmensa mayoría de los españoles tiene una educación financiera prácticamente nula. Da igual la edad que tengamos, nadie se ha molestado en darnos una mínima educación para gestionar nuestro dinero. Ni en la escuela o el colegio, ni en las universidades, ni siquiera en las empresas han apostado por la educación financiera de sus empleados. Y claro, así nos va. No somos analfabetos, pero sí somos analfapobres.
La gente vive al día, por no decir malvive. Los que tienen trabajo tiran alegremente de las tarjetas de crédito o piden préstamos para irse de vacaciones o comprar el último modelo de coche. Los que no tienen trabajo viven como pueden viviendo generalmente de familiares, de la pensión de los padres, del paro (si todavía les queda) y no saben cómo salir del pozo precisamente por no tener ninguna idea de cómo se puede generar dinero como no sea trabajando para otros.
Por regla general una gran parte de las personas vive al día, sin pensar en el futuro, sin construir, sin saber cómo generar riqueza.
Algunos valientes se lanzan de cabeza al autoempleo como último recurso porque saben que trabajo no hay de momento, pero… ¡se tiran a la piscina sin tener ni idea de dónde se meten! Precisamente por no tener educación financiera no saben cómo invertir, cómo preparar un plan de negocio o como abaratar costes y optimizar beneficios. En esas condiciones, el que sobrevive en el mundo de los negocios, o es muy inteligente, o tiene una suerte enorme, o se ha molestado en formarse financieramente por su cuenta y riesgo.
Actualmente, casi en ningún sitio un españolito de a pie puede formarse adecuadamente para aprender a gestionar su dinero y sus recursos económicos. La mayoría de las personas tendrán que adquirir su educación financiera de forma autodidacta y eso entraña riesgos como cometer errores gordísimos por no tener a nadie que nos asesore o enseñe adecuadamente.
Es de suma importancia procurarse educación financiera, tanto que de ella depende en gran medida nuestro futuro económico. Debemos aprender el lenguaje del dinero para poder interpretar los mensajes que nos lleguen y en consecuencia saber qué camino seguir. Si en nuestras escuelas se enseñase la educación financiera que necesitamos para prosperar, las condiciones de vida de muchas personas serían diferentes.
Voy a poner un simple ejemplo: Inculcamos a un niño la necesidad de ahorrar aunque sólo sea un 5% de sus ingresos y no dilapidar todo (muchas veces en tonterías). Ese chaval, casi sin darse cuenta irá ahorrando e invirtiendo sus ahorros en activos que le generen rentas y cuando tenga nuestra edad su capital le permitirá reírse de la posibilidad de que reviente el sistema de pensiones. Simplemente ahorrando 5 euros mensuales desde pequeñitos, ahora podríamos tener más de un millón de euros en nuestra cuenta corriente. ¿Tú crees que con un colchón de un millón de euros me importaría que quebrara el sistema de pensiones?
Los gobernantes, salvo algunas loables iniciativas experimentales aisladas, no han caído todavía en lo que supondría incluir unas clases de educación financiera en los colegios. Las nuevas generaciones estarían mejor preparadas para gestionar el dinero, tendrían más dinero, harían más inversiones, pagarían más impuestos, las empresas serían más productivas, la calidad de vida mejoraría a pasos agigantados y la riqueza del país se multiplicaría exponencialmente en el momento que esos colegiales empezaran a incorporarse a la vida laboral.
Otro punto de ataque podría ser impartir formación financiera en vez de dar cursos de formación profesional a los parados. ¿Qué es mejor?, ¿enseñar a un parado a servir cafés para que pueda encontrar empleo como camarero o darle educación financiera para que cuando encuentre empleo sepa generar riqueza o conozca cómo crear empresas?
Podría estar horas dando ejemplos. ¿Habría sido posible el escándalo de las preferentes si los españoles tuvieran una básica, y digo básica, educación financiera? ¿Habría tantos desahucios si los españoles no hubieran vivido al día y les hubieran enseñado a ahorrar más y a dilapidar menos?
Los ciudadanos de este siglo se enfrentan a un doble reto: la necesidad de asumir mayores cotas de responsabilidad en el riesgo vinculado a decisiones financieras, y hacerlo en un entorno de creciente complejidad, importantes cambios socio-político-culturales, y enorme velocidad de innovación tecnológica.
Las preguntas obvias son: ¿cuenta el ciudadano medio con las herramientas necesarias para superar este reto? ¿su nivel de educación financiera es suficiente para tomar decisiones informadas o evaluar adecuadamente los riesgos?
Sin formación financiera, la globalización y todos los cambios socioeconómicos y tecnológicos suponen un riesgo para particulares y colectivos.
Estoy firmemente convencido que si no se mejora la toma de conciencia en materia de educación financiera se van a presentar serios problemas económicos y sociales en el futuro cercano. La combinación de productos financieros sofisticados y la creciente responsabilidad individual en la toma de decisiones financieras conllevan que las personas necesitan una mejor comprensión de cómo lidiar con los mercados financieros. Las famosas “preferentes” y los miles de entrampados son la mejor prueba de lo que digo.
La vida es muy bonita cuando todo va bien, hay bonanza económica y todos tenemos calidad de vida; pero cuando las cosas se tuercen, cuando llega la época de vacas flacas, es entonces cuando la mayoría nos estrellamos contra la cruda realidad y, lo peor de todo, sin educación financiera, no sabemos cómo salir de esa crisis.
No prestamos atención a nuestras finanzas, por lo general, sino hasta que se presenta algún problema, pero si aprendiéramos a leer nuestras finanzas, a comprender que nos está diciendo nuestro dinero, a entenderlo y seguirlo de cerca para controlar sus movimientos y luego reproducirlo, podríamos, en principio, detectar en enseguida cuando algo esté mal y corregirlo, y luego fortaleceríamos nuestra capacidad y nuestros instrumentos de ahorro e inversión.
Adquiriendo conocimientos en finanzas y actuando con previsión nuestra economía se mantendrá saneada y podremos crecer, sólo a partir de reconocer el secreto de la educación financiera.
Todos podemos mejorar nuestras finanzas si mejoramos nuestra educación en este ámbito. Un país sano económicamente no es aquel que puede repartir riqueza a todos los ciudadanos, sino el que ha enseñado a los ciudadanos y les ha formado para generar riqueza.
El incremento del nivel medio en formación financiera de los españoles es el gran reto que debieran acometer los gobiernos que nos depare el futuro. La educación financiera vendría a ser una especie de “revitalizador” para la salud individual y conjunta del sistema. Junto a los beneficios obvios para el individuo, en términos de comprensión de la exposición al riesgo, diversificación o de mejor aprovechamiento de las oportunidades de inversión, introduce efectos positivos para el conjunto de la economía.
Ha llegado el momento de que todas las personas que tengan una básica formación cultural puedan tomar el control de su futuro financiero, y para ello será fundamental una sólida educación financiera y una serie de conocimientos a los cuales todos deberían poder acceder para cambiar su vida y la de sus descendientes.
En Estados Unidos, por citar un ejemplo, diversos programas de entrenamiento financiero han ayudado a los consumidores a aumentar sus ahorros (en promedio más de 1,500 dólares anuales) y reducir sus niveles de deuda (en promedio más de 2,000 dólares anuales). Más dinero ahorrado suele suponer tener que pagar más impuestos, con lo que el gobierno se beneficia y puede prestar mejores servicios a la sociedad y más reducción de deuda hace que el dinero circule más y mejor, la economía mejore y el país avance.
Si España como nación empezara a impartir educación financiera, estaría mostrando a los españoles el atajo que conduce a la riqueza. El mayor riesgo puede venir de no arriesgarse demasiado, porque de esa manera con seguridad el dinero va a continuar perdiendo valor simplemente a causa de la inflación.
La educación financiera debe contener en forma mínima los conceptos y aplicaciones concretas de hechos tan cotidianos e importantes como el ahorro, el presupuesto, la inversión, el gasto, la deuda, las obligaciones fiscales, la acumulación del capital, el dinero, la previsión, el riesgo, la seguridad y la oportunidad, vinculados todos ellos a las diferentes necesidades humanas en un contexto social, político y cultural determinado. También se podría orientar a la población respecto al papel del presupuesto como criterio organizador de los ingresos, la necesidad de hacer circular el dinero y los beneficios de la planificación a corto, mediano y largo plazo.
Algunos afortunados han tenido suerte y han tenido padres que les han inculcado lo más básico sobre cómo manejar las finanzas, otros más afortunados todavía provienen de familias adineradas que enseñan a sus hijos desde pequeños a navegar por el mundo de las finanzas, pero la inmensa mayoría de españoles seguirán siendo analfapobres mientras el gobierno no tome medidas en el asunto.
Yo no le veo más que ventajas a que España apueste por la educación financiera, ¿tú no?