“¿El mundo mejora o empeora?”. Si encuestáramos a la población española acerca de esta cuestión, muy probablemente recibiríamos como respuesta mayoritaria que el mundo está empeorando a marchas forzadas: la pobreza crece, las hambrunas se disparan, las desigualdades estallan, el trabajo infantil forzado se multiplica y el analfabetismo castiga a porcentajes crecientes de la población. Tal es el discurso que se ha convertido en dominante dentro de la sabiduría convencional: todo se está yendo a pique. Pero, por muy extendido que se halle semejante pensamiento apocalíptico, la realidad es radicalmente distinta: el mundo no sólo no está empeorando, sino que está mejorando a un ritmo acelerado. Éste es, de hecho, el mensaje central de Progreso, el último libro del periodista sueco Johan Norberg que acaba de ser publicado por el Instituto Juan de Mariana en colaboración con Deusto y Value School.
Y es que podemos afirmar con total convicción que nos encontramos, y de lejos, en el mejor momento de la historia de la humanidad: en los últimos 25 años, el número de pobres se ha reducido en más de mil millones de personas, hasta el punto de que jamás tanta gente ha vivido fuera de la pobreza como en la actualidad; las hambrunas también han caído a su mínimo histórico, pues han pasado de afectar al 20% de la población en 1990 (o al 50%, en 1950) a tan sólo al 10% hoy; el trabajo infantil forzado se ha desplomado igualmente hasta el menor nivel de la historia, tras disminuir desde casi el 20% en 1990 a menos del 10% en la actualidad; el número de personas alfabetizadas también se ubica en su máximo histórico: más del 80% de la población mundial ya sabe leer y escribir; asimismo, la etapa educativa en los países en vías de desarrollo no han dejado de crecer, desde apenas tres años de instrucción en los 70 a los siete en el presente; la esperanza de vida se ha expandido ininterrumpidamente a lo largo del siglo XXI en todos los continentes del planeta, hallándose en su nivel más alto conocido en todos los rincones del orbe; y, por si todo lo anterior no bastara, la desigualdad mundial de la renta viene retrocediendo desde mediados de los 90 por primera vez desde el siglo XIX. En suma: el mundo progresa a pesar de que la secta del pesimismo gane adeptos. Si quiere vacunarse contra la propaganda catastrofista, lea Progreso de Johan Norberg.