Soy consciente de que en estas páginas hemos publicado en numerosas ocasiones advertencias técnicas y fundamentales sobre un techo mayor en el mercado de valores estadounidense. También soy consciente de que el mercado una y otra vez se ha empeñado en desmentirnos alcanzando máximo histórico tras máximo histórico. Ahora bien, las señales siguen ahí. Si analizamos la pre burbuja tecnológica, muchos meses antes de que se produjera el definitivo techo del mercado en marzo de 2000, muchos analistas advertían sobre lo irracional de las subidas. No creo que estemos en el mismo caso, en cuanto a la magnitud de la sobrevaloración, pero es una lección a considerar.
Hace unas semanas traíamos a estas páginas la opinión del reputado analista Mebane Faber en la que mostraba su preocupación ante las claras señales de advertencia que está suministrando el mercado. Recordemos:
1. 1. El mercado alcista actual es ya viejo: Invertir a finales de 2017 es como estar en los últimos cinco kilómetros del maratón. Todavía hay espacio para correr, pero la carrera está cerca de finalizar.
2. Las valoraciones son elevadas, muy elevadas: Esta no es una advertencia basada sólo en un ratio de moda como el CAPE de Robert Shiller. “Si nos fijamos en una cesta de ratios de valoración tales como, el PER, el precio/valor en libros, precio/flujo libre de caja…veremos que todos están diciendo lo mismo”.
3. El sentimiento es poderosamente alcista. Los inversores son ahora más optimistas que nunca en los últimos 30 años. Esto es digno de mencionar ante la exuberancia irracional que presentan los mercados. Recordemos que los índices de sentimiento tienen una interpretación contraria. Es decir, cuanto mayor es el sentimiento alcista, mayor es el sesgo bajista para las bolsas.
4. La volatilidad está en mínimos de décadas. El índice de volatilidad VIX está en mínimos de 23 años, insinuando que los mercados son complacientes, y en palabras de la Reserva Federal, “inconsistentes con la considerable incertidumbre” que hay ahora en el mercado.
Estas señales podrían llevar al mercado de valores estadounidense, y probablemente al resto de mercado desarrollados, a una caída aún peor que la de marzo de 1987 a juicio de Howard R. Gold, editor de GoldenEgg Investing. Los motivos para esta apocalíptica predicción son los siguientes:
1. El mercado está mucho más fragmentado ahora. En 1987, la Bolsa de Valores de Nueva York y las bolsas de opciones y futuros de Chicago eran casi los únicos “juegos de la ciudad”. El presidente del NYSE, John Phelan, y el legendario Leo Melamed del Chicago Mercantile Exchange pudieron, con un apretón de manos, instituir los primeros "interruptores" que dieron a los operadores tiempos de espera en medio de la oleada de ventas.
Ahora tenemos 12 bolsas de valores reguladas, tenemos 30 sistemas de comercio alternativos donde las acciones pueden intercambiarse y quién sabe cuántas piscinas oscuras. La Bolsa de Nueva York maneja apenas el 30% del volumen comercial, frente al 90% en 1987, y las empresas comercian pequeños bloques de acciones. Coordinar a todos ahora sería como pastorear gatos.
2. Los reguladores todavía viven en sus propios mundos. La escritora económica Diana B. Henriques, señala: Incluso la catástrofe cercana de 2008 causó pocos cambios en la perenne guerra territorial reguladora. La SEC y la CFTC son como los remolcadores que trabajan en la niebla. Los esfuerzos para racionalizar la estructura después de la crisis financiera fueron asesinados por los feudos en competencia del Congreso. Se necesita más flexibilidad, pero nos hemos alejado tanto de cualquier enfoque realista de la regulación del mercado, que no se sabe por dónde empezar.
3. Las operaciones automáticas son más penetrantes que nunca. Las operaciones automáticas se convirtieron en el chivo expiatorio del colapso de 1987, especialmente los seguros de las carteras (opciones de venta sintéticas aplicadas a carteras complejas de acciones), y el arbitraje entre índices. Pero cuando el pánico surgió, esas estrategias colapsaron cuando los compradores desaparecieron.
J.P. Morgan señala que las inversiones pasivas y cuantitativas en este momento representan el 60% de las operaciones bursátiles, el doble de porcentaje que hace una década. “Ahora hay estrategias de negociación impulsadas por algoritmos por inversores gigantes usando miles de millones, sino billones de dólares. Vanguard y BlackRock en conjunto gestionan unos 10 billones de dólares, y gran parte de este dinero está bajo programas de software”, afirma Henrique.
La crisis de 2010 mostró que los peligros de los mercados impulsados por computadores se han desbocado. Henriques concluye en estos momentos las redes sociales podrían extender el pánico mucho más rápido que en 1987.