Me licencié en economía en la década de los 90. En aquella época muchos jóvenes nos dejamos influenciar por la imagen arquetípica del éxito profesional y el glamour empresarial. Algunos años más tarde me daría cuenta de lo que equivocado que me encontraba. Era joven e influenciable. Ya me lo he perdonado.
He dedicado toda mi carrera profesional a los mercados financieros. He trabajado de operador, de trader de derivados, de gestor de patrimonios, de analista. He ocupado casi todos los puestos de la industria. He vivido lo bueno y lo malo de esta profesión. La actividad en este mundo frío y egoista, no me ha privado de desarrollar actividades sociales y humanistas de las que me encuentro muy orgulloso.
¿Pero por qué les cuento esto? Porque recientemente un lector, que está decidiendo si cursar la carrera de Economía, me recordó un artículo que había publicado hace ya muchos años en la que se relacionaba el egoismo con los estudiantes de Economía. Tengo que decir que yo no me siento identificado con el análisis que publico, pero también que muchas personas que he conocido en este mundo sí. Este es el estudio:
En 1776, Adam Smith escribió la célebre frase: "Nuestra cena no viene de benevolencia del carnicero, del cervecero o del panadero, sino de su relación con sus propios intereses."
Los economistas han vivido con esta idea desde hace cientos de años, y algunos expertos creen que han llegado demasiado lejos. Robert Frank, economista de Cornell, cree que su profesión está destruyendo la cooperación y la generosidad. Y él cree que tiene pruebas para demostrarlo. Tenga en cuenta estos puntos (vía Adam Grant de Psychology Today):
Dan menos a la caridad: En Estados Unidos, los profesores de economía dieron menos dinero a la caridad que otros profesores de otras asignaturas (incluyendo historia, filosofía, educación, psicología, sociología, antropología, literatura, física, química y biología). El número de profesores de economía que no dieron nada a la caridad es el doble del de otras asignaturas.
Más engaños para obtener beneficios personales: Los estudiantes de economía en Alemania eran más propensos que los estudiantes de otras carreras a recomendar un fontanero caro cuando se les paga para hacerlo.
Mayor aceptación de la codicia: Estudiantes de Economía de últimos cursos y estudiantes que habían tomado al menos tres cursos de economía eran más propensos que el resto a calificar la avaricia como "buena en general", "correcta" y "moral".
Menos sentido de la equidad: A los estudiantes se les dieron 10 dólares y tuvieron que hacer una propuesta sobre cómo dividir el dinero con un compañero. Si el compañero aceptaba, tenían un acuerdo, pero si el compañero no estaba de acuerdo, ambas partes perdían todo el dinero. De media, los estudiantes de economía propusieron quedarse un 13% más dinero que los estudiantes de otras carreras.
En otro experimento, los estudiantes recibieron dinero, y bien podrían quedárselo o donarlo a un bote, donde se dividiría entre todos los participantes. En promedio, los estudiantes aportaron el 49% de su dinero, pero los estudiantes de economía aportaron sólo el 20%. Cuando se les preguntó cuál era la contribución justa, todos los estudiantes de carreras excepto economía dijeron que "la mitad o más". Los estudiantes de economía no se sintieron cómodos con esta pregunta. Más de un tercio se negaron a responder o dieron respuestas ininteligibles. Los investigadores escribieron que el significado de justicia era algo ajeno a este grupo.
Corazones oscuros
Pero tal vez el estudio de la economía no cambia a las personas. Podría ser auto-selección: Los estudiantes que ya creen en el interés propio se sienten atraídos por la economía.
Hay evidencias de esta selección. En un estudio a más de 28.000 estudiantes en Suiza, el 62 % de los estudiantes de economía dieron dinero al menos una vez para ayudar a los estudiantes que lo necesitaban, en comparación con el 69% de los estudiantes de otras carreras. Estas diferencias ya estaban presentes antes de que los estudiantes comenzaran el primer curso de economía: los alumnos con menos predisposición a la caridad se decantaban por la economía. Como estudiantes de primer año, el 71% de los estudiantes de economía contribuyeron a la caridad, frente al 75% de otras carreras.
Pero esto no excluye la posibilidad de que el estudio de la economía empuje a la gente a ser más egoístas. Además de la posibilidad de que las personas egoístas sean atraídas por la economía, los estudiantes terminan rodeados de personas que creen y actúan en el principio del interés propio. Numerosas investigaciones demuestran que cuando las personas se reúnen en grupos, desarrollan creencias más extremas. Los psicólogos sociales llaman a esto polarización de grupo.
Para averiguar si estudiar economía puede cambiar la gente y volverla más egoísta, nos hacemos eco de varios estudios.
1. Los valores altruistas descienden entre los estudiantes de economías de últimos cursos
En el comienzo de su primer año, los estudiantes universitarios israelíes que planeaban estudiar economía valoraban la amabilidad, honestidad, lealtad y responsabilidad como otros estudiantes de otras carreras. Pero los estudiantes de economía de tercer año calificaron estos valores significativamente como menos importante que los estudiantes de economía de primer año.
2. Los estudiantes de economía se mantienen egoístas, aunque sus compañeros se vuelvan más cooperativos
Cuando se enfrentan a la elección entre la cooperación y la deserción, en general, el 60% de los estudiantes de economía desertó, en comparación con sólo el 39% de los estudiantes de otras carreras. Los estudiantes de otras carreras son menos egoístas según avanzan en su educación, los economistas no.
3. Después de estudiar economía, los estudiantes son más egoísta y esperan lo peor de los demás
4. Con sólo pensar en la economía podemos ser menos caritativos
La exposición a palabras económicas puede ser suficiente para inhibir la compasión y la preocupación por los demás, incluso entre los ejecutivos experimentados.
Si la economía puede desalentar el comportamiento prosocial, ¿qué debemos hacer al respecto?
Como profesor de economía, Adam Grant, se encuentra preocupado por esta dinámica. No sugiere que se deje enseñar economía. La comprensión de la economía tiene una importancia vital para los individuos y la sociedad. En su lugar, recomienda tres pasos para reducir las probabilidades de que la economía pueda corromper a los estudiantes:
1. Exigir a los estudiantes de economía tomar cursos de economía del comportamiento
2. Exigir a los estudiantes de economía tomar cursos de ciencias sociales como la antropología biológica, la sociología y la psicología, que ponga énfasis importante en cómo las personas se preocupan por los demás, no sólo por sí mismas.
3. Dentro de los cursos de economía, hacer un mejor trabajo para definir el principio del interés propio, que involucre valores como ayudar a los demás.
Hasta entonces, podemos estar condenando a los estudiantes y a la sociedad a un destino prefigurado por el economista ganador del Premio Nobel y filósofo Amartya Sen: "El hombre puramente económico está realmente cerca de ser un idiota social."