Con el año 2017 a punto de finalizar, vemos cómo el euribor, índice al que se encuentran referenciadas la mayoría de hipotecas españolas, cerró noviembre marcando un nuevo mínimo histórico, con una media de -0,189%, llegando hasta -0,192% el día 17 de noviembre.
Desde que en febrero de 2016 entrase en negativo por primera vez en su historia, alcanza su vigésimo segundo mes consecutivo por debajo de cero, marcando una tendencia de 15 meses consecutivos de mínimos.
¿A qué se debe esta caída?
El euribor es el índice de referencia que indica el tipo de interés al que las principales entidades financieras se ofrecen a prestar dinero en el mercado interbancario del euro y se calcula en un plazo de doce meses con el tipo de interés aplicado a las operaciones de depósito.
Pues bien, el Banco Central Europeo (BCE) puso en marcha hace ya más de tres años una política ultra expansiva para estimular la economía en la zona euro, traduciéndose en compras masivas de deuda, lo cual produce un incremento en la oferta monetaria, un exceso de liquidez y a su vez una disminución de los tipos.
Para Mario Draghi, presidente del BCE, el motor clave sigue siendo las condiciones favorables de financiación al que se enfrentan las empresas y los hogares, pero hay que ser prudentes, ya que el ritmo de compras se va a reducir a la mitad, de los actuales 60.000 millones va a pasar a 30.000 millones, lo que se traducirá en que, en 2018, los tipos vayan aumentando de manera moderada. Desde Inversión Madrid, calculan que el euribor, entre en positivo en el primer semestre del año 2019.
Con el actual escenario, la diferencia entre el interés medio variable y fijo se ha estrechado tanto que apenas varía en medio punto porcentual. Las hipotecas a tipo variable siguen siendo mayoría, aunque poco a poco van ganando terreno el número de hipotecas a tipo fijo, siendo superior al 40% respecto al total, ante la más que probable subida de tipos en 2018.
Mientras tanto, el proyecto de Ley de Crédito Inmobiliario, más conocido como la nueva Ley Hipotecaria, está ya en el Congreso e inicia su tramitación parlamentaria, contando con un amplio consenso político. Sus principales objetivos son reducir los gastos asociados a modificaciones en los contratos hipotecarios y reforzar la transparencia.
Se abaratarán las comisiones de cancelación anticipada de los préstamos a tipo variable hasta eliminarlas a partir de los cinco años de vigencia del contrato. Otra de las propuestas es la posibilidad de cambiar las hipotecas de tipo variable a tipo fijo.
Por otro lado, durante los siete días previos a la firma del contrato, el hipotecado deberá ser informado de forma gratuita por el notario de su contenido y de la existencia de cláusulas potencialmente abusivas u opacas.
Se prohíben, con carácter general, las denominadas ventas vinculadas, es decir, aquellas que obligan al consumidor a aceptar una serie de productos financieros como condición para obtener la hipoteca.
Se presentará de forma separada al menos una oferta con vinculación y otra oferta sin vinculación, para que de forma clara pueda elegir entre opciones, obteniendo diferentes condiciones en función del número de vinculaciones.
No hay que olvidar que en estos años de crisis financiera, buena parte de la cuenta de resultados de los bancos se limpió no precisamente con hipotecas, ya que se derrumbó su concesión, sino con la venta cruzada de otros productos entre los que ha destacado de manera importante los seguros o domiciliaciones.