Con el objetivo de captar más clientela, muchas de estas entidades están lanzando promociones y mensajes que, en ocasiones, pueden hacer llegar a la conclusión de que los créditos y préstamos rápidos pueden ser empleados para cualquier tipo de propósito.
La realidad es muy distinta. Este tipo de financiación es muy costosa y requiere la devolución del dinero prestado en periodos de tiempo muy breve. Por lo tanto, sólo debería emplearse en circunstancias extremas, para las que no se disponga de ninguna otra opción.
Para ayudarte a determinar si tu situación concreta es lo suficientemente relevante y crítica como para recurrir a un crédito rápido, vamos a explicarte qué tipo de casos no son apropiados para la utilización de estos préstamos.
Éste es uno de los principales errores que mucha gente comete cuando solicita un crédito rápido.
Como cualquier otra herramienta de financiación, este tipo de préstamos suponen comprometerse a devolver una determinada cantidad de dinero, más los intereses correspondientes y en un plazo concreto de tiempo.
En el caso de los créditos rápidos, los intereses son muy elevados y el plazo de devolución extremadamente corto.
Desgraciadamente, muchos clientes de estos productos sólo piensan en hacer frente al pago inmediato, sin prever si van a poder devolver el crédito que están solicitando.
La clave:
Siempre que te plantees solicitar un crédito rápido, hazte la siguiente pregunta: ¿Voy a poder devolver este crédito en el plazo establecido?
A menudo, los créditos rápidos son promocionados como herramientas para costearse vacaciones, compras en rebajas y otros caprichos que no constituyen una necesidad realmente imprescindible.
Aunque pueda parecer una opción muy atractiva y sencilla, debes recordar que los créditos rápidos generan unos elevados intereses que tendrás que pagar antes o después. Si recurres a ellos para costear compras o servicios que no son totalmente básicos, terminarás pagando un elevadísimo precio por algo que no es crítico en tu vida y que, por lo tanto, podrías haberte ahorrado fácilmente.
La clave:
Siempre que te plantees realizar una compra solicitando un crédito rápido pregúntate: ¿Puedo esperar y ahorrar el dinero que necesito para comprármelo?
A veces, estamos tan cegados o agobiados por el hecho de tener que hacer frente a un gasto concreto que sólo queremos conseguir el dinero necesario y pasar página lo antes posible.
La cuestión es que, al pedir cualquier tipo de préstamos, no estamos “pasando página”. Tan sólo es una forma de ganar tiempo y postergar el problema. Teniendo en cuenta esto, la clave está en conseguir un préstamo en las mejores condiciones.
Por lo general, los préstamos bancarios son mucho más asequibles que los créditos rápidos. El problema es que su tramitación suele requerir un poco más de tiempo.
La clave:
Siempre que te estés planteando solicitar un crédito, hazte esta pregunta: ¿Puedo esperar unos días y conseguir un préstamo de mi banco en unas condiciones más favorables?
La refinanciación de las deudas es una herramienta tradicionalmente utilizada para reducir el tipo de interés que estamos pagando por dichas deudas y, al mismo tiempo, ampliar los plazos de devolución del préstamo o liquidación de los pagos.
La cuestión es que los créditos rápidos son, con diferencia, la opción de financiación más cara que existe en el mercado.
Es por ello que solicitar un crédito rápido para pagar una deuda anterior no suele tener ningún sentido. Después de todo, estos créditos generarán mayores intereses y el tiempo ganado para saldar la deuda será mínimo. Habitualmente, los créditos rápidos se han de devolver en plazos inferiores a un mes. Es decir, lo más probable es que nuestra situación empeore, en lugar de verse mejorada.
La clave:
Cuando te estés planteando recurrir a un crédito rápido para saldar otra deuda anterior, hazte este pregunta: ¿Una vez haya devuelto este nuevo crédito, mi situación económica habrá mejorado o habrá empeorado?
La facilidad con la que se pueden conseguir los créditos rápidos puede hacer que determinadas personas los conviertan en su principal herramienta de financiación para hacer frente a gastos recurrentes, como la cuota de la hipoteca, el pago de la cesta de la compra o cualquier otro consumo habitual.
Sin embargo, utilizar un crédito rápido con este propósito sólo terminará por empobrecer tu economía muy rápidamente. Después de todo, los intereses irán acumulándose, hasta llegar a un punto en el que ya no serás capaz de hacer frente a los pagos correspondientes
La clave:
Cuando te plantees solicitar un crédito rápido, no olvides preguntarte lo siguiente: ¿El gasto que voy a pagar con este crédito tiene lugar de forma recurrente?
A estas alturas, debería haberte quedado claro que los créditos rápidos no pueden ser utilizados en cualquier circunstancia, sino todo lo contrario.
En la mayor parte de las ocasiones de nuestra vida, lo más probable es que podamos o debamos escoger otra alternativa o, sencillamente, prescindir del gasto que teníamos previsto.