El auge de criptomonedas como Bitcoin o Ethereum no sólo ha despertado el interés de la comunidad inversora, sino también de algunos políticos que tratan de sacar tajada de este mercado en ebullición. Éste es el caso de, por ejemplo, Nicolás Maduro. El dirigente socialista ha anunciado recientemente la creación de una nueva divisa, denominada Petro, con la que pretende “avanzar en materia de soberanía monetaria”, esto es, con la que pretende otorgar un mayor poder al Estado venezolano. Y he ahí la primera gran contradicción entre el Petro y el resto de criptodivisas: las criptodivisas surgen como un mecanismo absolutamente descentralizado —no controlado por nadie— para efectuar transacciones entre individuos; Petro, en cambio, se crea como un artilugio centralizado para facilitar la financiación de un régimen autocrático, corrupto y manirroto. O expresado en otras palabras: la fortaleza de las criptodivisas reside, precisamente, en que los inversores sólo necesitan confiar en su protocolo público y (cuasi) inmutable, no en la bondad o en la sabiduría de ningún gobernante que las maneje; por el contrario, la debilidad del Petro descansa en que los inversores sí necesitan confiar en la bondad y en la sabiduría de Maduro a la hora de administrarla, dos rasgos que, hasta la fecha, no han caracterizado su presidencia.
Esa desconfianza estructural hacia un político que ha condenado a sus ciudadanos a una de las peores crisis humanitarias de su historia es lo que ha obligado a Maduro a otorgar un respaldo real al Petro: en particular, el petróleo (a diferencia de lo que sucede con el resto de criptodivisas, donde no se necesita otro respaldo que la confianza en las reglas del juego). De acuerdo con el autócrata bolivariano, cada unidad de Petro estará garantizada por un barril de petróleo en el subsuelo: por consiguiente, comprar Petros será equivalente a invertir de manera indirecta en las reservas de petróleo venezolanas. Con un matiz fundamental: tales reservas se hallan igualmente bajo el control del pauperizador chavismo. ¿Cómo confiar en que un régimen tan ineficiente y cleptocrático como el venezolano va a, por un lado, poder explotar económicamente sus reservas petrolíferas y, por otro, querer honrar sus compromisos monetarios instrumentando tales reservas? Es decir, ¿cómo poder confiar en un Petro gestionado por Maduro? De ningún modo. Por eso ya son muchos quienes han comenzado a rebautizar al Petro con un término mucho más apropiado para el chavismo: “Clepto”.