Las actas de la última reunión de la Reserva Federal de Estados Unidos del 2017 arrojaron una serie de cuestiones interesantes en lo referente a subir los tipos de interés este año.
Sí, todo apunta a que tendremos varias subidas de tipos a lo largo del presente ejercicio, pero el tema de la inflación ha provocado que existan diferentes puntos de opinión en el seno de la FED, con miembros divididos alrededor de esta cuestión.
El tema es que hay tres posiciones bien diferenciadas:
- Unos miembros piensan que subir tres veces los tipos en el 2018 es excesivo, demasiado agresivo y violento sin contar con un incremento sustancial de la inflación que lo sustente.
- Otros miembros consideran que incluso tres subidas no serían suficientes y apoyarían la tesis de que sean cuatro y que mantener los tipos bajos pone en riesgo la estabilidad financiera.
- Y otro grupo es de los que piensa que lo ideal sería subir las tasas únicamente dos veces y según evoluciones la inflación ver si procede o no incrementarla una tercera vez más.
- Realmente es la inflación lo que hace dudar a la FED, aparte de si la reforma fiscal de Trump realmente produce los efectos esperados y cómo incide precisamente en la inflación.
Como inciso a modo de anécdota, decir que en los años 80 surgió el pensamiento de que una elevada inflación viene originada por una política discrecional de los gobiernos y se aportaba como solución la independencia de los bancos centrales (hay un trabajo muy interesante de los economistas Finn Kydland y Edward Prescott del año 1977 llamado “Rules Rather Than Discretion”). Es un tema que da para mucho, de manera que lo trataré en otra ocasión.
Antes de continuar, repasemos algunas cuestiones referentes a la inflación. La inflación es una subida continuada de los precios de los bienes y servicios que consumimos, y está directamente relacionada con la actividad económica, de tal manera que en una época de fuerte crecimiento las empresas tienen capacidad de subir los precios (aumentan sus márgenes) y los consumidores pagamos esta subida por la propia inercia del momento (expectativas de una buena situación laboral).
Si un Gobierno emite demasiado dinero, los precios se incrementan y se produce inflación. Si imprime poco, los precios caen y se forma deflación.
La inflación se produce porque los Gobiernos imprimen más papel moneda, con lo que aumenta la oferta de dinero. Los Gobiernos ponen en circulación más dinero por tres motivos o causas:
1. Cuando no pueden obtener suficientes ingresos tributarios para hacer frente a sus obligaciones.
2. Cuando existe presión de los deudores que desean más inflación.
3. Cuando quieren estimular la economía dentro de un contexto de recesión económica.
Bien, sigamos con la Reserva Federal. Hemos visto cómo no hay consenso ni unanimidad entre los miembros de la entidad para un tema de un calado bastante significativo. Es cierto que algunos miembros confiaban en que las presiones cíclicas relacionadas con un mercado laboral más restrictivo ayudasen a crear más inflación en el medio plazo, incluso otros pensaban que son factores temporales los que están impidiendo que los precios alcancen el objetivo fijado por la FED, por lo que en cuanto desaparezcan estos elementos temporales todo estaría medio encarrilado. Sea como fuere, esa distensión en el Banco se hizo patente cuando Kashkari y Evans votaron en contra de la subida de tipos el pasado mes de diciembre.
Buena papeleta, por tanto, le espera al nuevo presidente de la FED, Jerome Powell, que tomará el relevo de Janet Yellen este mismo mes, concretamente el día 31 de enero.
En mi opinión, y salvo sorpresa mayúscula, debiéramos de asistir este año a un mínimo de dos subidas de tipos, seguramente en los meses de junio y de diciembre. En enero veo difícil que la FED se atreva, y la clave será en marzo, que sería lo que inclinaría la balanza a dos o tres subidas de tasas.