"Es necesaria la aparición de nuevos productos, nuevos métodos de producción y de transporte, nuevos negocios… El mercado se revoluciona internamente de forma incesante, acabando con el paradigma caduco y creando uno nuevo. Este proceso de Destrucción Creadora es el hecho esencial del capitalismo” Joseph Schumpeter
Llamamos empresa zombie a aquella que reúne buena parte de las siguientes características:
1. Tiene demasiada deuda.
2. No consigue devolver más que los intereses de esa deuda.
3. Es incapaz de responder al hipotético pago de unos intereses más elevados.
4. No logra reestructurarse para volver a tener beneficios.
5. Frena su inversión en capital y mano de obra, lo que impide las mejoras de productividad.
¿Por qué no caen estas empresas? Hay muchos factores que deberíamos tener en cuenta, pero no pocos expertos coinciden en que su proliferación tiende a ser mayor cuando la economía se mueve en escenarios de expansión monetaria como los que estamos atravesando en la actualidad.
Según explica Tom Papworth, hay entre 100.000 y 200.000 empresas británicas que podrían estar en esta situación. El problema lo conocen bien en Japón, donde las medidas tomadas por el banco central en las dos últimas décadas han tenido resultados similares. Pueden leer dos esclarecedores informes sobre la experiencia japonesa aquí y aquí.
¿Ha llegado este problema a nuestro país? Sin duda. El maquillaje de la refinanciación de créditos difiere el reconocimiento de esta realidad, pero en España también tenemos un escenario de empresas zombies que tiene difícil solución. ¿A cuánto asciende el problema? Según el Banco de España, se estima el total de refinanciaciones en más de 200.000 millones de euros: un 30% corresponde a hipotecas o préstamos a hogares, mientras que el 70% restante se lo reparten a partes iguales el sector inmobiliario y el resto de empresas y negocios.
Evidentemente, la eventual muerte de estas empresas no es el único escenario posible: retirando obstáculos al sector privado, los inversores y los emprendedores pueden darle la vuelta a algunas de estas empresas. Por otro lado, una política monetaria más modesta, rigurosa y predecible puede evitar que este problema se prolongue en el tiempo, capeando así el riesgo de caer en el escenario japonés antes comentado.