Los impuestos no sólo acarrean un enorme costo monetario para aquellos trabajadores o empresarios que los padecen: aunque suela hablarse mucho menos de ello, las distintas figuras fiscales también conllevan costes no monetarios para los agentes económicos. Más en particular, el Estado impone a los contribuyentes la tediosa carga de cumplimentar sus respectivas declaraciones tributarias para que ulteriormente el Fisco pueda determinar el monto dinerario que deben ingresar a su favor. O dicho en otras palabras, el Estado no sólo nos roba nuestro dinero sino también nuestro tiempo. ¿Cuántas horas, en términos medios, dedicamos los ciudadanos a rellenar todo el papeleo fiscal con el que nos sobrecargan nuestros gobiernos? En Paying Taxes 2018, el último informe de PwC en colaboración con el Banco Mundial, podemos encontrar una estimación para el caso de las empresas: en el conjunto del planeta, cada compañía ha de destinar 240 horas anuales a rellenar todos los formularios vinculados a los distintos impuestos que soporta (no sólo el Impuesto sobre Sociedades, sino también los pagos derivados del IVA o de las cotizaciones sociales de sus empleados). Esta media se eleva hasta las 547 horas en el caso de Suramérica y cae hasta las 161 para Europa: unos diferenciales que constituyen no sólo un claro indicador de la simplicidad o complejidad de la gestión tributaria en cada uno de estos países, sino también del grado de respeto hacia el contribuyente.
A su vez, dentro de Europa podemos hallar significativa brechas entre los países que la conforman: mientras que en Hungría o Polonia las empresas necesitan más de 250 horas para rellenar el papeleo impositivo, en Suiza apenas alcanzan las 63, y en Estonia las 50. España se ubica en un lugar intermedio —152 horas por año, por debajo tanto de la media mundial como de la media europea—, lo que debería impulsarnos a reformular la fiscalidad empresarial para volverla más competitiva: no sólo debemos continuar reduciendo el tipo impositivo sobre Sociedades, sino también simplificando los trámites que soportan las empresas para administrar todas sus obligaciones tributarias. Los países más prósperos tienden a ser aquellos que no maltratan a sus contribuyentes, esto es, aquellos que no parasitan con saña su tiempo y su dinero. Acerquémonos más a economías como la de Suiza (63 horas), Singapur (64 horas) o Hong Kong (72 horas) y menos a las de Brasil (1.958 horas), Bolivia (1.025 horas) o Venezuela (792 horas).